Al cabo de tres años y tres meses, hay dos hechos que distinguen la administración departamental de Ricardo Orozco: la estabilidad de su equipo de gobierno y la responsabilidad con que ha asumido su trabajo como gobernador.

Así a algunos no les parezca, en el caso de Orozco se trata de dos situaciones que tienen alto merito, sobre todo tratándose de un país donde buena parte de los mandatarios regionales y locales, fallan en esos principios esenciales del buen gobierno.

Es innegable que las probabilidades de conseguir mejores resultados en favor de las comunidades aumentan en la medida que haya mayor estabilidad en el equipo que acompaña de manera cercana al gobernante. Y si a eso se le agrega una alta dosis de compromiso que se ve reflejada en la entrega a la hora de asumir el trabajo, pues el éxito en la gestión está más que garantizada.

Lo anterior para decir que el gobernador del Tolima, Ricardo Orozco ha sido eso, un gobernante que durante los tres años y tres meses del periodo que lleva, siempre se le ha visto en función de un trabajo permanente y sin descanso.

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Entonces, incomprensible por no decir que injusta y sin asidero, la crítica que viene recibiendo en estos días en los que no ha estado de cuerpo presente ejerciendo sus funciones de Gobernador cuando el volcán Nevado del Ruiz tiene en vilo el país.

Orozco cuenta con la autoridad suficiente sobre un equipo que le camina y porqué no decirlo, le corre, gracias al ejemplo que el Gobernador ha irradiado con su trabajo y compromiso. En otras palabras, Orozco no ha abandonado su responsabilidad en esta coyuntura, porque ahí se ha visto un equipo de funcionarios cumpliendo a cabalidad sus funciones.

No hay que olvidar que hay una campaña electoral en curso y es el instante preciso para que más de uno trate de sacar provecho de la situación. Qué el gobernador Orozco se equivocó en no comunicar de manera oportuna el motivo de su ausencia, es cierto. Debe hacerlo para despejar dudas.

Henry Rengifo