Política
La crisis de los partidos políticos
La situación registrada en las últimas horas en el Directorio Nacional del partido conservador, bajo la presidencia de Hernán Andrade, a quien se le sindica de llevar a esa colectividad a problemas económicos que afectaron obligaciones contractuales y prestacionales como el pago salud, además del atraso en pago de sueldos y el despido de algunos trabajadores, son una muestra de lo que viven el resto de partidos en el país.
Según las versiones, suministradas por Caracol radio, "Al interior de la colectividad hay molestia por el desmantelamiento de la planta de empleados de Bogotá con el argumento del problema financiero, pues al tiempo existe una nómina de varios empleados contratados por prestación de servicios bajo la administración de Andrade".
Más adelante señala que en redes sociales el abogado Julián Quintana, "denunció que el senador huilense acosó laboralmente a su esposa y además la despidió sin causa justa. Incluso dentro del recorte de personal se incluyó a una funcionaria embarazada a quien también le fue terminado su contrato a pesar de su condición de gravidez"
Este es un problema interno que refleja un partido tradicional, con abundante burocracia a nivel nacional, pero que en el fondo representa una guerra política en su interior entre los distintos grupos azules al interior de su propio partido. La crisis estalla en pleno año pre-electoral cuando todos los partidos y movimientos buscan integran sus listas para las elecciones al Congreso en el 2018, no solo es conservadora, se extiende a todos los partidos y movimientos.
Este problema lo viven los partidos tradicionales de nuevo y viejo cuño, desde los de extrema derecha hasta ciertos partidos y movimientos de izquierda, donde sus programas y plataformas sociales y propuestas ideológicas se encuentran archivadas y pasan a ser letra muerta, mientras los apetitos personales y negocios de castas familiares pasan a sustituir los verdaderos objetivos de los partidos y movimientos políticos.
Esta situación es un espejo en todas las regiones del país, incluyendo al Tolima. Sin citar nombres, las empresas políticas de carácter personal han impedido el desarrollo normal de los partidos que han sido cooptados por dirigentes que, en la mayoría de los casos, buscan el beneficio personal, en algunos casos no exenta de la corrupción.
Por esos intereses particulares que se juegan en las elecciones, es imposible pensar en la unidad de los partidos. Lo personal está por encima de lo colectivo. Y eso es precisamente lo que estamos viviendo en el Tolima. Cada dirigente tiene sus propios intereses y defiende su empresa política como una forma de supervivencia y de mantener vigencia para defender su patrimonio no solo electoral sino de negocios que se mueven alrededor de la administración pública.
Por estas razones, las dificultades que tienen para encontrar puntos de acuerdo para la conformación de listas al Congreso. Los apetitos personales se imponen sobre cualquier acuerdo programático, salvo en aquellos movimientos de izquierda que no han tenido nunca el poder y que aspiran a transformaciones y cambios.
Este es el panorama general del mapa político que vive el país y el departamento, que no cambia mucho con respecto a años anteriores, y casi que desde la llamada independencia. La historia de nuestros partidos se repite con insistencia.
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