Opinión
Las aguas negras de la política
Por Carlos Alberto Estefan Upegui
*Exgobernador del Tolima
La confrontación de la sociedad por temas políticos, sociales y económicos se interpreta como polarización incurriendo muchas veces en conductas hostiles entre quienes no comparten las mismas opiniones, y llegando incluso a auto clasificarse como “buenos” y “malos”, más por emoción que por razonamientos lógicos y sensatos, donde el malo es el contrario.
Entre tanto, luego de que en nuestro medio y durante muchos años la población solo conoció una realidad, restringida o limitada.
O sea, la que los medios de comunicación ofrecían, aunque estuviesen sucediendo muchas cosas más que no eran reveladas por conveniencia, se manipuló la opinión y se configuraron conceptos equivocados, simplemente por falta de información, desinformación o manipulación.
Hoy día, con el surgimiento de las redes sociales el espectro de la información se amplió y la participación de la comunidad en el manejo de las comunicaciones se hizo mayor, quedando al descubierto muchas verdades ocultas y el cambio se hizo evidente.
Por supuesto, que el temor de quienes manipulaban la opinión no se ha hecho esperar. Critican a quien comenta e ilustra sobre realidades contrarias a las suyas ya establecidas y les parece una amenaza quien piense distinto. Se atrincheran en el statu quo que ellos mismos construyeron con la manipulación de la información y ven presagios apocalípticos por todas partes, cuando realmente se trata de una realidad distinta a la de sus propias creencias y formas de pensar.
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Mientras los medios de comunicación ostentaron el privilegio de la exclusividad, contribuyeron a la polarización según su misma interpretación y conveniencia, las redes sociales le abrieron los ojos a la gente y estimularon el reacomodamiento de esa división que se interpreta como “polarización” pero ya sobre otros parámetros.
A los cuales se agregan detonantes como la desigualdad económica y los sentimientos de frustración y resentimiento y la tensión social.
En consecuencia, para preservar la democracia, el libre pensamiento y el derecho al disenso, cada vez se hace más indispensable la función de las instituciones democráticas y la confianza en un gobierno que lo merezca.
Entonces, llegamos al punto de escoger con plena advertencia y total conocimiento entre buenos políticos y malos políticos, por su honorabilidad y buena conducta.
Una selección indispensable para depurar la administración pública de los malos manejos y la corrupción, en lugar de contribuir a que los perversos se mantengan en el poder.
Lo anterior, tal como se filtra y se trata el agua hasta asegurarse de cumplir con los estándares de calidad y seguridad para su consumo. Y luego de usarla, separar las aguas negras porque contaminan el ambiente.
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