Opinión

El reto: mantener y superar lo que Camargo dejó

El reto: mantener y superar lo que Camargo dejó

Sin duda, la partida definitiva de don Gabriel Camargo Salamanca hacia el Oriente Eterno es algo que compete a todos los tolimenses identificados con los símbolos de la divisa Vinotinto y Oro que él consagro en el espíritu y alma de cada tolimense.

Reconocer su labor durante los más de 40 años que estuvo al frente del equipo profesional de fútbol Deportes Tolima, es lo mínimo que se puede hacer. Camargo tomó las manijas del equipo cuando este subsistía a punta de rifas de carros de segunda, y hay quienes dicen que hasta con la venta de empanadas. Era la época en que el equipo no salía de los últimos lugares de la tabla de posiciones, y entonces por aprecio o peyorativamente le decían “tolimita”. Don Gabriel Camargo en su mezcla perfecta de hombre de negocios y de fútbol, supo encumbrar el Deportes Tolima hasta convertirlo en uno de los más respetados, organizados e importantes clubes profesionales del país.

El visionario llegado de tierras extrañas, demostró a los coterráneos que no solo las buenas intenciones eran necesarias para sacar al equipo adelante, sino que arriesgó inversiones que nunca hicieron los tolimenses que tanto hablaban de dientes para afuera de recuperar el Deportes Tolima. Lo sacó de una modesta oficina que ocupaba en el edificio donde funcionaba el café Grano de Oro, y lo llevó a la amplia y moderna sede que hoy tiene. Camargo le dio al Deportes Tolima el carácter de equipo grande. 

Tarea que no resultó fácil, pues no estuvo exenta de críticas, alabanzas y riesgos, como bien lo define el reconocido comentarista deportivo Iván Mejía Álvarez: “Luchador, tesonero, armó un equipo grande en una plaza difícil. Controvertible por algunas posiciones, pero siempre leal a sus convicciones”. Exactamente, solo un nombre como Camargo, que sin ser de esta tierra, era boyacense, resistió y pudo convertirse en otro de los nuestros, dando muestras de compromiso y de trabajo responsable por una divisa que es orgullo del departamento.

Gabriel Camargo, en nuestro criterio, fue una persona ecuánime en el papel que jugó como propietario y accionista máximo del Deportes Tolima, supo administrar los recursos, serio en las negociaciones de jugadores, lo que les prometía lo cumplía y no se vio envuelto en escándalos por dudosas contrataciones de aquellas que son comunes en el fútbol colombiano, y de todas partes.

Fue un buen administrador y con un excelente olfato para descubrir jugadores, que le rendían para sostener el equipo entre los mejores del país. Ese era uno de sus secretos.

Ahora con su viaje definitivo, solo queda elevar plegarias a la Divina Providencia por el descanso eterno de Gabriel Camargo Salamaca, y hacer fuerza porque su obra no solo perdure en el tiempo, sino que se pueda superar. Su hijo César Camargo necesita el apoyo de todos los tolimenses para continuar el legado de su padre, y lo mínimo que se puede pedir es que la afición respalde al equipo y que los patrocinadores actuales no desfallezcan y que aparezcan nuevas firmas. 

Ya don Gabriel Camargo Salamanca, entró a la galería de símbolos que perdurarán para siempre en su historia y se quedará para siempre en nuestra tierra, en nuestras mentes y en los corazones de la hinchada Pijao.

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