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Opinión

Diciembre: el abrazo que une corazones

Diciembre: el abrazo que une corazones

Por Felipe Ferro - Diputado Asamblea Departamental del Tolima


El mes de diciembre llega como un abrazo cálido en medio del frío que a veces parece envolver a nuestro país. Las luces que adornan las calles no solo iluminan la ciudad, sino también las esperanzas de un pueblo que, aunque golpeado por dificultades, se aferra a la ilusión de un mañana mejor.

Es el tiempo en que las familias se reencuentran, los rencores se disuelven como el azúcar en el café de la mañana, y los corazones laten al ritmo de las novenas y las risas de los niños.

Este mes mágico tiene el poder de recordarnos que, a pesar de las sombras, siempre hay un faro en el horizonte. Diciembre nos regala momentos que trascienden lo material: el aroma a natilla y buñuelos, las melodías de los villancicos, y el abrazo de un ser querido son, en sí mismos, milagros cotidianos. Es en esta época cuando entendemos que la unión familiar es el verdadero oro de la vida, el ancla que nos mantiene firmes en medio de las tormentas.

Pero diciembre también trae consigo responsabilidades. Una de ellas es proteger a nuestros niños. La pólvora, ese enemigo disfrazado de diversión, ha arrebatado demasiadas sonrisas inocentes en años pasados.

Manipularla no solo pone en riesgo la vida, sino que empaña la alegría que tanto necesitamos. Dejemos que las luces de las velas y las bengalas en manos expertas sean suficientes para iluminar nuestra navidad, sin poner en peligro a quienes son el futuro de nuestro país.

Este diciembre debe ser un llamado a la reflexión colectiva. A pesar de los desafíos económicos, sociales y políticos que enfrentamos como nación por el desgobierno que vivimos, aún tenemos motivos para creer.

Somos un pueblo resiliente que ha sabido convertir los obstáculos en escalones hacia el progreso. Que el pesebre que armamos en nuestras casas sea un símbolo de humildad, de reconciliación y de fe en que juntos podemos superar cualquier adversidad.

No dejemos que las diferencias nos separen. Así como las luces del árbol navideño brillan más cuando están juntas, nosotros también somos más fuertes cuando trabajamos unidos. Es tiempo de sanar heridas, de alzar nuestras voces en oraciones sinceras y de dar el regalo más valioso de todos: tiempo y amor a quienes nos rodean.

Llevemos con nosotros el espíritu de diciembre como una brújula. Porque mientras exista una chispa de esperanza, habrá fuego para encender un cambio. ¡Feliz diciembre! Que la unión sea nuestra bandera, la alegría nuestra fuerza y la esperanza nuestro guía.

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