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Laura Benítez, ‘El Ángel del acordeón’ de la Sagrada Familia

Laura Benítez, ‘El Ángel del acordeón’ de la Sagrada Familia

“Aquí me recibieron muy bien, es lindo ver que puedo ser un ejemplo para los niños y los jóvenes de mi colegio La Sagrada Familia”, cuenta Laura Benítez, Reina infantil del Festival Vallenato 2024.

Por Juan Sebastian Giraldo


A una corta edad, vestida de blanco de pies a cabeza y con el cabello recogido por una balaca que para el público parecía más una aureola, sobre el escenario, Laura Sofía Benítez dejaba atrás las trompetas y las arpas, instrumentos socialmente asociados a los ángeles y se convertía, en las voces de los presentes que bailaban y festejaban a su son, en ‘El Ángel del acordeón’.

El Ángel del acordeón voló hasta los escenarios cuando sus alas aún eran muy cortas. Su primera participación en el Festival de la Leyenda Vallenata de Valledupar, Cesar, la hizo a sus 8 años. Desde entonces, con el apoyo de sus padres y junto a su acordeón rosado, no perdió una solo oportunidad para seguir entonando los ritmos vallenatos que le hicieron crecer alas.

En 2024, tocó por primera vez el cielo, coronándose como la nueva Reina Menor del Festival Vallenato y haciéndose noticia, no solo en Ibagué, Soacha y Baranoa, las tres ciudades que lleva en el corazón., sino en todo Colombia por su carisma y destreza musical. 

“Llevo 7 años participando en el Festival Vallenato. El año antepasado fue la primera vez que entré a la semifinal, el año pasado quedé de segunda y este año, gracias a Dios, ocupé el primer puesto. Fue muy hermoso para mí y aquí me recibieron muy bien. Es lindo ver que puedo ser un ejemplo para los niños y los jóvenes de mi colegio”, comenta la artista.

Laura Sofía vive en Ibagué y es estudiante de la Institución Educativa La Sagrada Familia, donde cursa noveno grado. A sus 14 años de edad ha vivido en tres ciudades, su oriunda Soacha, Cundinamarca; Baranoa, Atlántico y en la capital musical de Colombia, Ibagué, Tolima.

En Soacha recibió su primer instrumento de parte de su padre, un santandereano enamorado del vallenato que siempre soñó con ser músico. Se trataba de una guacharaca que, a sus 2 años, poco o nada le interesó; sin embargo, un año más tarde, su padre la sorprendió con una caja vallenata y un acordeón, que se convertirían en su hobbie favorito.

“Mi mamá es estilista y ella mantenía muy ocupada, entonces me daba su celular para que me quedara quieta. Pero a mí nunca me interesaron los videos para niños y me ponía era a ver videos de Vallenato y ahí fui aprendiendo a tocar y a enamorarme del vallenato”, recuerda ella.

Su amor por el género terminó de afianzarse con su llegada a la Costa. Por temas laborales, su padre tuvo que mudarse a Baranoa, Atlántico, y ella lo siguió. Allí ingresó a la escuela del fallecido profesor de música Omar Miranda, donde aprendió a tocar el acordeón y se preparó para concursar en los distintos festivales musicales.

“Antes de mudarnos a Baranoa, él quiso ir a una escuela de música, de acordeón, y yo lo acompañé. El profesor le dijo que él no tenía oído para la música, que la que tenía oído para la música era yo y pues bueno, el resto es historia”, cuenta Laura Sofía.

Tras siete años viviendo en la Costa, asegura que, aunque no tiene acento, el caribe lo lleva en el corazón, pero que el recuerdo de sus abuelos maternos del Guamo, Tolima, que por la distancia ya no podía visitar tan frecuentemente, le pesaba, lo que se convirtió en uno de los motivos para hacer maletas de nuevo y mudarse, esta vez a Ibagué, donde ahora reside junto a su padre, madre y hermano menor.

“Ibagué es una ciudad muy hermosa, estoy muy amañada y pues me hace feliz estar cerca de mi familia. Yo quisiera quedarme aquí. No es algo tan común ver una cachaca tocar el acordeón, cantar y tener su agrupación vallenata. Entonces me gustaría aprovechar mucho eso y mostrárselo a la gente”, agrega.

Y aunque su futuro en Ibagué es incierto, pues su papá podría conseguir un nuevo empleo próximamente en Barranquilla, cuenta que le gustaría participar en el Festival Folclórico Colombiano y en otros encuentros musicales de la ciudad y seguir fortaleciendo su agrupación ‘El Ángel del acordeón y su agrupación Vallenata’.

“Son muchos los planes. Me gustaría aprender a tocar la guitarra y participar en muchos festivales, pero ya se me irán abriendo las puertas. Por ahora, seguir trabajando con mi agrupación, conseguir contrataciones. Hacemos parrandas vallenatas y mucho más para eventos”.

Un ángel que no podría haber extendido sus alas sin su familia

No hay palabra que no sea de agradecimiento y cariño por parte de Laura cuando habla de su familia. Sin lugar a dudas, son el motor y el mayor apoyo que ha tenido desde el primer minuto en que se enamoró del vallenato. A su vez, desde su núcleo familiar aprendió a poner a Cristo por encima de todo y él le dedica sus éxitos.

“Después del vallenato, lo que más escucho es música cristiana, me gusta mucho. Para mí no es que exista una religión, sino que simplemente hay un solo camino para seguir a Dios y ese es el que seguimos en mi familia. En realidad, me gustaría, más adelante, mi talento dárselo a él, pues él fue el que me dio este don”, relata.

Por otro lado, la tan famosa “vena artística”, es difusa en su familia. Ella es la primera que se decanta por dedicarse al vallenato y lo más cercano a ello, son las historias de su abuela que le dice que unos tíos suyos se dedicaban a la música de cuerdas, por lo que Laura Sofía no es solo el ángel del acordeón, sino también, ‘la oveja vallenata de la familia’.

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