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Propongo el día del hueco en Ibagué

Propongo el día  del hueco en Ibagué

Por: Óscar Viña Pardo


Ibagué en junio se transforma en un carnaval sin fin. Entre fiestas religiosas, tamaleadas callejeras y folclor, nos volvemos un epicentro de peregrinaciones culturales y gastronómicas. Después del Corpus Christi, celebrado con fervor en El Guamo pero sentido en cada capilla del Tolima, las cosas se enloquecen.

Tenemos ya por ordenanza cuatro joyas de nuestro folclor, en especial el culinario: el Día del Achira, el Día del Sombrero Pindó, el Día del Tamal Tolimense y el Día de la Lechona. Pero en medio de tanta sabrosura, hace falta una dosis de cruda realidad: ¡el Día del Hueco!

Sí, el hueco. Ese fiel compañero de nuestros recorridos, ese símbolo de abandono, de burocracia y de promesas sin cumplir. En Ibagué hay huecos que deberían tener cédula y partida de bautismo. Y si hay tanto material, ¿por qué no celebrarlo?

Proponemos el 18 de junio como fecha ideal, justo entre el Corpus y San Juan, sin interferir con las festividades gastronómicas ni los días patronales (San Juan el 24 y San Pedro el 30, se respetan). Ese día, todos los barrios podrán rendir homenaje a su hueco más ilustre.

¿Quiénes pueden participar?

Todos los residentes de barrios ibaguereños que tengan un hueco memorable, sea por tamaño, profundidad, edad o personalidad. Las inscripciones se harán a través del medio aliado El Cronista.co, que entregará un premio especial: una fotografía enmarcada del hueco ganador para el dueño o comunidad que lo inscriba. Porque si no lo tapan, al menos que luzca bonito en la sala.

CATEGORÍAS DEL CONCURSO

Premio fuera de categoría: El hueco fiscal

Ese hueco abstracto, profundo e invisible que dejaron los préstamos multimillonarios destinados a tapar huecos, pero que solo sirvieron para tapar... otros intereses. Lo pagamos todos, con impuestos y resignación.

Premio al hueco del Nunca Jamás

Este hueco no es un simple hueco. Es la secuela de una construcción fallida: puentes inconclusos, vías que se empezaron y nunca se terminaron, obras que dejaron el pavimento hecho trizas y la esperanza aún peor. Son los huecos con historia: facturados, diseñados, licitados… pero jamás ejecutados. Cada vez que pasamos por ellos recordamos que en Ibagué hasta los huecos tienen render, pero no final feliz.

Premio al hueco abuelo

Con más de diez años sin ser intervenido. Algunos ya tienen jardín propio, con matas que ni Ibagué Limpia se atreve a podar por miedo a despertar a la madre naturaleza.

Premio al hueco profundo

Aquí entran los cráteres de más de 50 cm de profundidad. Esos que, si uno se descuida, le mandan el carro directo al centro de la Tierra.

Premio al hueco camuflado

Invisible a plena luz del día y letal con la lluvia. Esos que parecen parte del paisaje hasta que revientan una llanta o una columna vertebral.

Premio al hueco extenso

Huecos con un mínimo de un metro de diámetro, sin importar la profundidad. Son verdaderas pistas de patinaje improvisadas.

Premio al hueco chambón

Ese que fue “tapado” con cariño, con una cucharada de asfalto y cero supervisión. El mismo que al mes resucita con más fuerza, como el villano de cualquier serie colombiana.

Premio al hueco resiliente

El hueco que sobrevive a todo intento de eliminación. Siempre está ahí. Leal. Firme. El hueco que saluda cuando uno llega borracho a la casa.

Premio al hueco consentido

Algunos huecos tienen carisma. Son los gurús del barrio. Les hablan, les piden consejos. Se convierten en oráculos callejeros.

Premio al hueco comunitario

Ese que une o divide al vecindario. Gracias a él, la gente se organiza, se pelea, se reconcilia. Es punto de encuentro, chisme y reflexión.

Para tener en cuenta al momento de concursar

No se aceptan huecos de última hora. Solo se permitirá la inscripción de huecos con mínimo seis meses de existencia verificable (fotos, testimonios, memes). No se admite maquillaje de huecos con cal viva o flores prestadas.

Las fotos, memes o testimonios deben llegar antes del 16 de junio al correo elcronistaibague@gmail.com. No se aceptan por whatsapp. El jurado calificador será muy riguroso con las fotografías e historias que envien, estamos adportas de conseguir un ingeniero de las obras de mucho renombre para que nos ayude en esta tarea tan dispendiosa.

Porque en Ibagué no nos faltan huecos, lo que nos falta es cariño... o por lo menos lubricante vial. Nuestros huecos no solo son profundos, extensos y veteranos, también son insistentes, tercos y peligrosamente adictivos. Uno jura que no va a caer otra vez, que ya aprendió, que la próxima vez se va por otra cuadra... pero ahí está: oscuro, abierto, esperándote. Como todo mal amor, sabe dónde te duele. Y lo peor: uno regresa. Porque si algo tienen los huecos de esta ciudad es que, además de tragarse carros, se tragan la dignidad... y un poquito el placer culposo de saber que siguen ahí, fieles, mientras todo lo demás se derrumba.

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