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Luisa enfrenta el riesgo de perder la movilidad mientras su cirugía sigue sin autorizarse

Luisa enfrenta el riesgo de perder la movilidad mientras su cirugía sigue sin autorizarse

Luisa Fernanda Bonilla Murillo, médica veterinaria y bailarina de 35 años, está a punto de quedar en silla de ruedas.

Durante años, la relación de Luisa Fernanda Bonilla Murillo, médica veterinaria y bailarina profesional de bullerengue, con su EPS, Salud Total, se limitó a los controles de odontología y oftalmología. Pero hace un par de meses, un dolor en la espalda comenzó a impedirle realizar sus actividades cotidianas y entonces ella necesitó del sistema de salud al que por años había aportado.

Una negligencia tras otra

El calvario de Luisa Fernanda comenzó cuando acudió por primera vez a urgencias con un dolor insoportable en la zona lumbar el 17 de julio. Allí fue remitida a una cita prioritaria, pero el médico que la atendió solo ordenó una radiografía, ignorando la gravedad de sus síntomas. Pese a que Luisa le explicó que ella ya se había hecho una radiografía que había pagado de manera particular y allí no se veía nada.

Derrotada por el dolor, a la paciente solo le faltó suplicar que le enviaran una resonancia magnética, pero el médico que la atendió, además de no darle la orden para la resonancia, según el testimonio de la joven, le aseguró que la cita para dicho examen podía tardar hasta 4 meses.

Le ordenaron además betametasona inyectable, diclofenaco inyectable y etoricoxib oral. Los dos primeros no estaban disponibles en la EPS. El dolor no cedía y la movilidad en su pierna derecha comenzaba a disminuir. Fue entonces cuando tomó la decisión de pagar como particular, una resonancia magnética con contraste que reveló la hernia lumbar entre las vértebras L4 y L5, con compromiso de nervios y diagnóstico de radiculopatía.

La cirugía

El 6 de agosto, Bonilla ingresó a la clínica Medicadiz en Ibagué, en busca del neurólogo Orlando López, quien confirmó la necesidad de una intervención inmediata para evitar que Luisa pierda la movilidad de sus piernas y el control de sus esfínteres.

Luego del diagnóstico que también corrió por cuenta de la pasienciente, Salud Total autorizó el procedimiento y los insumos requeridos, programando la cirugía para el 15 de agosto.  Sin embargo, esta fue cancelada debido a una reacción alérgica que ponía en riesgo el éxito del procedimiento, causada por un medicamento para el dolor y agravada por los síntomas de depresión que presenta la paciente y que debilitan el sistema inmune del cuerpo.

No obstante, Luisa logró superar la complicación dermatológica y el equipo médico informó que estaba lista para operarse, pero la EPS revocó la autorización, argumentando que ya no tenía convenio con Medicadiz y que debía trasladarse a la clínica La Nuestra.

La joven veterinaria se negó al traslado porque en su condición cada movimiento aumenta el riesgo de un daño irreversible: “Entre más me mueva, más posibilidades tengo de quedar en una silla de ruedas y usando pañal para el resto de mi vida. Además, están desconociendo que como paciente tengo derecho a la continuidad en la atención médica y a elegir quién me opere”, explicó.

El reloj en contra

Hoy, después de 17 días hospitalizada, Luisa no oculta su miedo por la demora en la operación que definirá el resto de vida: “Estoy a días de sufrir un daño irreversible”. Teme perder no solo su carrera como bailarina, sino la autonomía básica de caminar o controlar su propio cuerpo.

Su caso ya está en manos de la Personería y de la Superintendencia Nacional de Salud. Mientras tanto, sigue esperando que alguien decida autorizar una cirugía que ya estaba programada, en un quirófano listo y con un equipo médico dispuesto a actuar.

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