Por: Jhenifer Rodríguez.

A comienzos del siglo XX, cuando Colombia aún caminaba despacio entre guerras civiles y tradiciones rígidas, el pensum educativo de las mujeres estaba enfocado en  ser “buenas esposas y amas de casa”. Pero la maestra María Rojas Tejada Antioqueña nacida en el Municipio de Concepción, en el año 1887 dedicaría su vida a transformar esta realidad.

Fue maestra, directora, formadora de otras docentes, y su mensaje viajó más lejos de lo que imaginaba: inspiró generaciones enteras que luego protagonizarían las grandes conquistas del siglo XX, en materia de derechos civiles y políticos para las mujeres, desde el acceso a la universidad hasta la lucha por el sufragio.

En el aula de María, las mujeres aprendían a cuestionarse, a razonar, a imaginar un futuro donde también pudieran participar de la vida social y política del país, pero especialmente donde podía decidir sobre sus cuerpos. Ella entendió que la educación no era un privilegio sino un derecho civil, y sobre él debía construirse la ciudadanía plena de las mujeres.“La educación es la llave que abre las puertas de la libertad”, escribió. 

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Su activismo

Luchó siempre por una educación laica y, en 1914, con apenas 24 años, fundó en Yarumal un Centro Cultural Femenino, una iniciativa audaz para la época. Allí promovía una formación liberada del control religioso, cuestionaba las limitaciones tradicionales impuestas a las mujeres y apostaba por su autonomía intelectual. 

La reacción conservadora no tardó: el centro fue rechazado por sectores del clero y las élites locales, lo que la obligó a trasladarse primero a Medellín, luego a Manizales y finalmente a Pereira. En esta última ciudad consolidó su proyecto pedagógico.

También creó y publicó la revista Femeninas (entre 1916 y 1918), donde reflexionaba sobre los derechos de las mujeres, su formación y su papel en la sociedad. Gracias a su dominio del inglés y el francés, tradujo textos feministas de autoras estadounidenses y europeas, acercando por primera vez esas ideas al contexto colombiano y convirtiéndose en una precursora del pensamiento feminista en el país.

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En el marco de los 16 días de activismo por la eliminación de la violencia contra las mujeres, su legado cobra un sentido especial, porque la profesora María Rojas entendió que la violencia no comienza con un golpe, sino con la prohibición de aprender, de decidir, de ser. Por eso su batalla fue educativa: una revolución de pupitres, cuadernos y conciencia crítica.