Por: Eduardo Peñaloza Kairuz

*Arquitecto, docente Universidad del Tolima.

Miembro de la SAP (Sociedad Colombiana de Arquitectos Paisajistas).

Ibagué es, sin duda, una ciudad de contrastes. Mientras por estos días somos testigos de la hermosa “lluvia rosada”, fruto del florecimiento del árbol de ocobo (Tabebuia rosea), que engalana el paisaje urbano con un espectáculo natural único, también enfrentamos una realidad mucho menos poética: la tormenta permanente de residuos sólidos que inunda calles, andenes, drenajes y espacios públicos.

Foto:Eduardo Peñaloza Kairuz

Esta crisis ambiental se hace evidente en numerosos barrios de la ciudad, donde se acumulan bolsas de basura compuestas por plásticos, icopor, desechos orgánicos e industriales, muchos de ellos abandonados sin ningún proceso de separación. Estos residuos terminan dispersos, ya sea por personas en situación de necesidad o por nuestros “buitres urbanos”, los chulos (Coragyps atratus), aves carroñeras que cumplen una valiosa función ecológica dentro del ecosistema urbano.

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Foto:Eduardo Peñaloza Kairuz

Ante esta situación cabe preguntarse: ¿cómo estamos enfrentando este flagelo?, ¿somos realmente conscientes del daño que generamos a nuestros recursos naturales?, ¿entendemos el nivel de contaminación que estamos produciendo?, ¿para donde se van estos residuos?, la evidencia parece indicar que NO. Basta con observar las bolsas tiradas en las calles o las papeleras rebosantes para constatar nuestra falta de civismo.

Foto:Eduardo Peñaloza Kairuz

Sin embargo, no todo es desalentador. En Ibagué existe un gremio organizado y comprometido con la separación y clasificación de residuos, aunque en muchas ocasiones invisibilizado.

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Foto:Eduardo Peñaloza Kairuz

Un ejemplo es el trabajo de Tatiana Herrán, representante de la empresa Ekoclub Plástico Infinit  ( https://www.instagram.com/ekoclub_plasticoinfinito/  ) o, que además de realizar la compra, venta y clasificación de materiales reciclables, transforma el plástico molido —como el de las tapas de botellas— en paneles reutilizables que luego se convierten en pupitres y otros muebles escolares.

Proceso de  transformación de plastico en mobiliario por parte de Ekoclub Plástico Infinito Fuente: Eduardo Peñaloza Kairuz

Reconociendo esta labor, docentes universitarios liderados por el joven investigador Leonardo Giraldo, del grupo de investigación Rastro Urbano de la Universidad de Ibagué, junto con la profesora Nelsy Roa del Colegio San Simón, la paisajista Gloria Aponte, el ingeniero industrial Héctor Hernández, la participación de quien suscribe y el apoyo de Tatiana Herrán, desarrollamos el proyecto de investigación Tratamiento y Manejo de Residuos 3C, el cual planteó tres objetivos centrales:

• Concienciar sobre la acumulación indiscriminada de residuos.
• Compartir y difundir conocimientos sobre técnicas efectivas de reciclaje.
• Comprometer a la ciudadanía con la separación adecuada de los residuos desde su origen.

Asimismo vale la pena destacar iniciativas impulsadas desde el gobierno local, como la reciente estrategia REDSI (Sistema Diferencial de Recolección de Residuos), que busca fortalecer la gestión ambiental y la sostenibilidad en la ciudad a través de un plan piloto de separación en la fuente, iniciado en el sector de La Macarena, zona G (fuente).

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A pesar de estos esfuerzos, sigue siendo imperativo pensar en una planta de tratamiento de residuos sólidos para Ibagué. Hoy gran parte de nuestros residuos sólidos son trasladados a otras ciudades, donde se procesan y se aprovechan económicamente. ¿Por qué no hacerlo aquí? ¿Por qué no convertir la crisis en oportunidad?

En conclusión, las acciones que vinculan a la comunidad, la empresa privada, la academia y el Estado son valiosas, pero aún insuficientes. Ibagué necesita consolidar una estrategia integral de manejo de residuos como parte de su desarrollo urbano y rural, una estrategia que combine pedagogía ambiental con cultura ciudadana. Porque la solución no depende únicamente de las autoridades ni de respuestas técnicas: debe comenzar en cada hogar, con un cambio de hábitos y un compromiso genuino con lo que significa ser ciudadano.