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Declaración de Murillo por el Agua y la Vida en la Cordillera Andina

Declaración de Murillo por el Agua y la Vida en la Cordillera Andina

Tolima, corazón de los Andes ante el mundo
 

El Encuentro Suramericano por la Cordillera de los Andes reafirmó al Tolima como un territorio estratégico para el diálogo global sobre la protección del sistema montañoso andino, fundamental para países como Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Chile y Argentina. El departamento se convirtió en punto de convergencia de gobiernos subnacionales, organismos multilaterales y expertos internacionales, que encontraron en su geografía andina un escenario vivo para construir acuerdos de cooperación ambiental.

Murillo, catalogado como el municipio con el turismo rural más hermoso de Colombia, fue protagonista del cierre de esta cumbre, rodeado del imponente Nevado del Ruiz y de rutas que exaltan la identidad campesina como la Ruta de la Lana, la Ruta de la Leche y la Ruta del Arriero.

“Puedo decir que el mundo vino al Tolima y que este es el punto de partida en las estrategias para cuidar esta montaña productora de agua y vida”, destacó la gobernadora Adriana Magali Matiz desde el parque principal de Murillo, en coincidencia con el aniversario 153 del municipio.

Un legado para la región andina

Entre los resultados históricos del Encuentro Suramericano por la Cordillera de los Andes se destacan:

  • La creación del grupo ad hoc a la Iniciativa Andina de Montañas.
  • La conformación del Panel Científico para la toma de decisiones informadas.
  • La consolidación del Fondo Multidonante, al que podrán aportar organismos internacionales, entidades multinacionales y gobiernos subnacionales.

Estas acciones sientan las bases para una gobernanza coordinada de la Cordillera de los Andes, una de las principales reservas de agua, biodiversidad y culturas ancestrales del continente.

La montaña como casa común 

En Murillo, a más de 4.000 metros sobre el nivel del mar, el aire se vuelve más liviano y el silencio habla. Allí, donde la bruma abraza los frailejones y el suelo respira historia, la montaña se revela como una casa común que sostiene la vida. Es un lugar mágico donde el cielo parece al alcance de la mano, los páramos actúan como esponjas de niebla y las aguas brotan puras desde el corazón de la tierra. El Nevado del Ruiz, con su manto blanco, se erige como un guardián ancestral que ha visto pasar generaciones enteras de pueblos, culturas y sueños, recordándonos que en la altura no solo se ve más lejos, también se siente más profundo.

En este escenario de vida, conviven especies que hablan en susurros al viento: colibríes de pecho iridiscente que desafían la gravedad, osos de anteojos que recorren las laderas en busca de frutos, venados silenciosos que emergen entre pajonales dorados, águilas crestadas que vigilan el horizonte, dantas que humedecen los suelos con su andar respetuoso. Cada animal es un latido de la montaña, cada brizna de frailejón una plegaria que filtra neblinas para transformarlas en gotas de agua, cada amanecer una ceremonia natural de renacimiento.

La montaña andina es el vientre de los ríos que alimentan los pueblos, una fábrica silenciosa de agua y una escuela de humildad para quienes la recorren. Subir a sus cumbres es escuchar el llamado sagrado de la tierra a ser protegida, entendiendo que somos huéspedes y no dueños. Desde este territorio encantado, el Tolima y Murillo asumen el rol de guardianes de los tesoros naturales que sostienen la vida en la Cordillera Suramericana. Porque cuidar de la montaña es cuidar del agua, de los seres que habitan en ella y de las generaciones que aún no han nacido.

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