Por: Gentil Gómez Oliveros

El trágico siniestro de Armero nos recuerda la importancia de la Gestión del Riesgo de Desastres en las políticas públicas del Estado; en aquellas oscuras épocas este concepto, aunque ya existía no era una prioridad en los entes territoriales, por su omisión miles de vidas se perdieron y con ellas parte de las esperanzas de todo un país.

Hoy, 40 años es poco tiempo para la historia, pero son suficientes para que una generación comprenda la importancia de conocer e interpretar su territorio y los fenómenos naturales con los que coexististe.

No es la primera vez que el gran titán del Ruiz expulsa las fuerzas de la naturaleza que yacen en sus entrañas arrojando sus cenizas al viento en señal de bravura, demostrando su furia vertiendo por los ríos que son sus súbditos, lava, gases tóxicos, lodo, piedras todo ello disuelto en el agua del deshielo de su glaciar.

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Cada erupción anega de fértil vida el suelo de este territorio, en tiempos precolombinos este era un fenómeno visto por los Pijaos como manifestación divina de las deidades; en 1595 ya en  tiempos de la conquista según crónicas de  Fray Pedro Simón, hubo una gran erupción que dejo  636 víctimas humanas; en  1845  el Ruiz volvió a hacer erupción  cobrando las vidas de 1.000 personas aproximadamente;  en 1985  en plena época  republicana  presenciamos desde distintas latitudes este fenómeno de vida para la naturaleza, pero de terror y muerte para la humanidad, pues  esta vez según datos estadísticos  perecieron 25.000 personas.

En cada suceso los ciudadanos interpretan los hechos de manera distinta:  manifestación del poder de la tierra, castigo divino, desconocimiento de la historia o negligencia estatal. con el paso del tiempo seguramente se volverá asumir como un fenómeno más de los muchos que se manifiestan en este complejo territorio, lo cierto es que cronológicamente evidenciamos hasta hoy, que cada 250 años el Titan despierta, puede que en el futuro esto varíe por causa del cambio climático.  

La historia no solo nos muestra el pasado, nos evidencia el porqué del presente y la visión del futuro, así mismo las fuerzas de la naturaleza demuestran que el hombre es solo parte del todo, por lo tanto, no es el todo, es nuestro deber aprender de ello en cada generación, pero no olvidemos que el volcán volverá a despertar. 

Salve Armero, Ciudad Blanca que el furioso Ruiz tiño de gris, Salve fértil valle que cultiva la mano de dios que un día tus hijos volverán a hacer florecer; para entonces no habrá más llanto, dolor y queja, solo habrá esperanza fruto del esfuerzo colectivo, pues así se superan las tragedias y sus dolores en Colombia.