Por: Jhenifer Rodríguez.

Hace casi cien años, Manuel y Julia llegaron al Tolima y establecieron su hogar en la carrera 2ª de Ibagué, cuando aquella vía era un camino de herradura por el que transitaban arrieros con sus mulas cargadas de mercado, procedentes de las fértiles montañas ibaguereñas y sus alrededores.

La casa donde don Manuel y doña Julia criaron a sus siete hijos permanece en pie a la altura de la Calle 10. En ese entonces, estaba rodeada de otras casas de familias que se convirtieron en una sola, gracias a las tapias que conectaban los patios, a través de las cuales los infantes se cruzaban para jugar, mientras los adultos compartían charlas en las tardes de antaño.

Una tradición que se mantuvo viva en la segunda generación, gracias a que Samuel Gómez, hijo de don Manuel y doña Julia, decidió comprarles a sus hermanos y formar su propia familia en el mismo lugar en que lo hicieron sus padres. Allí creció Samuel Gómez hijo, junto a sus dos hermanos.

“Hoy nos separan paredes, pero hubo una época en que todos compartimos como si fuéramos una sola familia”, expresó con nostalgia el nieto de don Manuel y doña Julia, quien hace 20 años se propuso la tarea de convertir la casa que ha perdurado en su familia durante tres generaciones en un resguardo para la historia y la cultura tolimense, pero especialmente ibaguereña.

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La Ibagué de letreros neón

El ingeniero Samuel Gómez Ramírez creció viendo a Ibagué brillar con los colores fosforescentes de los antiguos letreros de neón que iluminaban las calles del centro. Con el paso del tiempo, fue testigo de cómo se transformó en la pequeña metrópoli que es hoy la Capital Tolimense.

Las familias que antes habitaban las casas vecinas fueron vendiendo sus propiedades o convirtiéndolas en negocios; las viejas construcciones de tapia pisada dieron paso a edificios institucionales y centros comerciales y los letreros de neón quedaron como un recuerdo entrañable de una época que ya no volverá, pero que Samuel ha decidido inmortalizar al interior de su casa.

Un viaje a Nueva York que lo cambió todo

“Siempre soñé volver a revivir los momentos de Ibagué de la época de los 60 y 70. Unas calles iluminadas con avisos de neón y cuando viajé a Nueva York, a la Quinta Avenida, me di cuenta de que así era Ibagué en esa época en que yo recorría la Tercera y me tomaban esas fotos de los telescopios pequeñas”, contó.

Después de regresar de su viaje, don Samuel miró el corredor del segundo piso de la casa familiar y pudo ver esa antigua Tercera, pero en una versión más pequeña, tipo exposición de museo. Y se propuso reconstruirla buscando los logos de aquellos establecimientos de comercio que marcaron generaciones.

“Me encontré con la dificultad de que esa memoria se perdió y entonces me motivé más a seguir buscando, porque me di cuenta de que era necesario recuperar esa historia de la ciudad”, recordaba.

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Samuel y su amada Ibagué

En el pasillo que alguna vez Samuel soñó recrear como la Tercera de antaño, hoy hay una serie de letreros que recuerdan lugares emblemáticos, como el restaurante El Chamaco. Una sección que inicia con el letrero del estudio fotográfico Fotografía Oficial de Camacho Morales, uno de los fotógrafos más importantes que ha tenido Ibagué.

No solamente eso: el entusiasta ingeniero ibaguereño ha recopilado una serie de fotos antiguas, cuadros y objetos de uso pretérito que alguna vez fueron parte de la cotidianidad. También ha adornado con murales de artistas locales las paredes de varias habitaciones, creando una atmósfera sacra que invita a contemplar con entrega.

En 2026, se abrirá al público la Casa Museo Gómez Ramírez de Ibagué, culminando así un trabajo de investigación histórica, recopilación y construcción que lleva más de 20 años y que no solo alberga el legado de la Capital Musical de Colombia, sino también el de Samuel, quien ha dedicado gran parte de su tiempo y sus recursos a salvaguardar la memoria de su amada Ibagué.