Por Oscar Viña Pardo

En Ibagué, los conductores de busetas hacen esfuerzos diarios por mantener el número de pasajeros en las rutas que les asigna el sistema de transporte urbano. Sin embargo, las demoras, el tráfico y los costos operativos han reducido su margen de rentabilidad. A esto se suma un competidor que crece a toda velocidad: el mototaxismo.

Aunque algunos usuarios justifican su elección por la rapidez y la comodidad, la realidad es que el riesgo es alto. Según el Observatorio Nacional de Seguridad Vial, en 2024 fallecieron 8.271 personas en las vías de Colombia, de las cuales 5.146 eran motociclistas. Esto equivale a un promedio de 14 muertes diarias, una cifra que demuestra la magnitud del problema.

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El exceso de velocidad, la imprudencia, la falta de uso adecuado del casco y, en muchos casos, la ausencia de documentos y seguros, agravan el panorama. Los pasajeros que optan por este servicio informal se exponen a accidentes sin cobertura médica ni protección legal. En el país se registran además cerca de 40.000 lesiones graves cada año, muchas con secuelas permanentes que terminan siendo una carga para el sistema de salud público.

Aun así, estas cifras no parecen disuadir a quienes encuentran en la moto una solución práctica a la congestión o al déficit de transporte formal. El fenómeno no es exclusivo de Ibagué: en ciudades como Florencia y Aguachica, el mototaxismo ya domina la movilidad urbana, desplazando casi por completo al transporte regulado.

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Más que criminalizar a quienes ofrecen el servicio, muchos de ellos, jefes de hogar vieron en la moto una oportunidad de sustento, el problema radica en los vacíos legales y en la falta de alternativas laborales y de transporte eficiente. El mototaxismo es síntoma de una desigualdad persistente y de un sistema de movilidad que no responde a las necesidades reales de los ciudadanos.

El desafío es enorme para la Secretaría de Movilidad: por más operativos que se realicen, la demanda persiste. Mientras haya necesidad y oferta, el mototaxismo seguirá creciendo. La tarea ahora es pensar soluciones estructurales que hagan del futuro sistema de transporte masivo, como Transmusical, una opción realmente rentable, segura y digna para todos los ibaguereños.