Por Henry Rengifo Hernández

Constantemente lamentamos la escasez de liderazgos genuinos, esos que están arraigados en el servicio desinteresado y verdaderamente comprometidos con el bienestar colectivo. Como bien lo expresó "Pepe" Mujica: "La política no es un pasatiempo, no es una profesión para vivir de ella, es una pasión con el sueño de intentar construir un futuro social mejor. A los que les gusta la plata, bien lejos de la política."

En el Tolima, la lista de quienes prometían encarnar un liderazgo político auténtico ha sido limitada. Y lo que es aún más preocupante, esos pocos nombres terminaron en amargas decepciones.

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Ante el inminente riesgo de que la historia se repita, no queda otra salida que cruzar los dedos para que un liderazgo de la talla del actual concejal de Ibagué, el joven Andrés Zambrano, no termine engrosando la ya nutrida lista de frustraciones, tanto a nivel local como nacional.

El concejal Zambrano fue investido con el poder de un voto de opinión ibaguereño, un activo invaluable y escaso en nuestro entorno, perpetuamente contaminado por las redes de la politiquería. Su inicio en el Concejo fue, sin duda, prometedor, cumpliendo a cabalidad las expectativas que sembró con su brillante hoja de vida antes y durante la campaña electoral. El Concejo de Ibagué necesitaba una voz que rompiera con la oprobiosa oclusión de mayorías que solo persiguen intereses particulares. Zambrano reunía las características ideales para marcar la diferencia y encender una chispa de esperanza en la ciudadanía.

Sin embargo, ese perfil de político distinto, intrépido y serio ha comenzado a desdibujarse, manifestándose en meros "chispazos" y actuaciones superficiales. ¿De qué utilidad resulta subirse a un taxi para documentar los ya conocidos huecos de Ibagué? Los ciudadanos de Ibagué no esperan gestos simbólicos; lo que realmente aguardan es un debate de control político riguroso en el Concejo sobre el evidente deterioro de la malla vial, un tema que, paradójicamente, aún no ha sido abordado con la seriedad que merece. Ahí, estimado concejal Zambrano, se presenta una oportunidad dorada para fiscalizar y demostrar cómo el dinero de los impuestos ha sido flagrantemente dilapidado.

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Pero, lamentablemente, el concejal Zambrano parece preferir emplear su tiempo en viajes a Bogotá para que sus estudiantes de la carrera de Derecho conozcan el Congreso de la República. Es verdaderamente desalentador que el valioso tiempo del concejal se disipe en nimiedades. En el Concejo de Ibagué existe un vasto campo de acción, una imperiosa necesidad de ejercer un control político efectivo, y no es necesario indagar a la ciudadanía sobre los asuntos a tratar; las prioridades son evidentes. Concejal Andrés Zambrano, la ciudadanía espera acción, no gestos vacíos.

Me permito ofrecer una disculpa a los electores del concejal Zambrano, entre quienes me incluyo, por este "jalón de orejas", si es que así lo podemos interpretar. Pero en medio de tanta incertidumbre, es imperativo apretar las clavijas y recordar el verdadero propósito del servicio público, en especial cuando no es que sobren liderazgos del estilo del concejal Zambrano, todo lo contrario, faltan.

Por último, preguntarle al concejal Zambrano si la presencia, hace apenas unos días, del representante por el Valle, Duvalier Sánchez en Ibagué, ¿acaso podría interpretarse que les habría quedado grande a los ‘verdes’ del Tolima hacer trabajo en equipo?