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Unirse para ‘salvar’ a Colombia de contradictores

Unirse para ‘salvar’ a Colombia de contradictores

Por Carlos Alberto Estefan Upegui

*Exgobernador del Tolima


“Nada más agradable que conversar con alguien que esté de acuerdo conmigo”, decía irónicamente un viejo amigo a quien le gustaba rodearse de personas que le dieran siempre la razón y le escucharán sin contradecirle, olvidándose justamente que la controversia es necesaria para refrescar conocimientos y mantenerse vigente, saludable y abierto a nuevas posiciones.

No tener contradictores le hacía sentirse aceptado sin tener la necesidad de defender sus ideas. Pero esa complacencia engañosa también lo llevaba a creer que nada debía cambiar, cultivando cierto grado de antipatía hacia quienes pensaran u opinaran diferente.

Ese halo de “infalibilidad” incluso lo convertía en arbitrario y agresivo con quienes no compartían sus puntos de vista.

La auto sobrevaloración lo hacía sentir superior al resto de personas, pero realmente, al no aceptar críticas estaba encubriendo sus propios miedos e inseguridades. No permitir a nadie que lo contradijera indicaba vulnerabilidad y temor a ser cuestionado.

«El hombre de talento es naturalmente inclinado a la crítica, porque ve más cosas que los otros hombres y las ve mejor». Montesquieu. De ahí que, en cualquier caso, la falta de apertura a la contradicción es un signo de debilidad, no de fortaleza.

Las personas seguras y confiadas son aquellas que pueden aceptar y considerar diferentes puntos de vista, y están dispuestas a aprender a partir de la crítica y la retroalimentación. La controversia es un elemento relevante en la democracia, como la libertad de expresión y el disenso.

La capacidad de expresar ideas diversas es esencial para el funcionamiento de una sociedad viable. Diferentes puntos de vista mejoran y enriquecen el proceso de toma de decisiones. En consecuencia, la libertad de expresión como derecho fundamental en una sociedad democrática ayuda a identificar problemas y a sugerir soluciones. Así mismo, los ciudadanos se sienten bien representados cuando a quienes eligen interpretan sus opiniones y desacuerdos. Con mayor razón para oponerse a las decisiones autoritarias y prevenir la tiranía.

El disenso permite que surjan nuevas ideas y alternativas de solución. Hay que respetar a quien piense diferente y escucharlo; de esa forma, el debate podrá ser constructivo.

Hoy día, los líderes de la oposición al gobierno actual, a pesar de sus graves diferencias de años atrás, han resuelto unirse dizque para «salvar» a Colombia, pero no conocemos sus propuestas.

Unirse para preservar privilegios en detrimento del resto de la colectividad es una bajeza. Y unirse para continuar encubriendo la deshonestidad en el manejo de los recursos públicos es complicidad. Unirse para imponer sus puntos de vista y sentirse superiores al resto de personas es fruto de sus propios miedos e inseguridades, más bien un signo de debilidad y no de fortaleza.

Se sienten vulnerables y temerosos de ser cuestionados, lo cual los llevará a someterse al resultado de las urnas donde se resolverá qué es lo que quiere el país y hacia dónde y por quiénes debe estar dirigido.

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