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En el sur del Tolima: una sociedad panfletaria
Por: Daniel Felipe León Hernández - Sociólogo, docente adscrito Secretaría de Educación Tolima.
La historia de Colombia está marcada por lo que el profesor Jorge Orlando Melo señala como un enramado geográfico y cultural de difícil acceso y comunicación[1].
En este escenario, durante el desarrollo histórico del país, fue fácil que el Estado no pudiese desarrollarse, al punto que los grupos al margen de la ley han podido tener un dominio relativo de control en las zonas aisladas y marginales. Esto, sumado a la marcada centralización, hacen de Colombia uno de los primeros países con guerra interna y violencia marcada.
Según la fundación Pares, para el primer trimestre del año 2024 ya se han presentado en el Tolima 14 casos de eventos violentos relacionados con el accionar de estos grupos armados. En Colombia, un total de 272 en este mismo periodo de tiempo, distribuidos por presunta estructura armada de la siguiente manera:
[1] Melo, J. O. (2017). Historia mínima de Colombia. https://doi.org/10.2307/j.ctv1nhm21
Lo cierto es que el Tolima representa un porcentaje significativo del 6% de los casos presentados, poniéndolo a la par de zonas como el Catatumbo (6%), Buenaventura (5%) y Caquetá (8%). Habría que preguntarse entonces ¿Qué está sucediendo para que se esté dando este aumento significativo con respecto a años anteriores? Para esto, seguramente habrá tesis de sectores contrarios al actual gobierno nacional que sirvan para el ejercicio de politiquería. Más allá de esto, provisionalmente propongo dos argumentos al debate:
El primero, sin duda alguna, es la efectividad de la política de incautación de drogas que el actual gobierno viene liderando. Aquí opera el principio que señala que al atacar el mercado que sustenta la economía de sectores ilegales, producirá un efecto “contra” que desencadena necesariamente un recrudecimiento del conflicto. Esto, sin olvidar que gran parte de familias relacionadas con la política tradicional se han visto involucradas con este negocio, por lo cual los grandes medios de comunicación y poderes tiene influencia en la visión social que se tiene en este respecto.
En segundo lugar, habría que cuestionarse también qué tan efectivo ha sido el dialogo para contrarrestar el poder local que tienen grupos insurgentes. Sin duda, el Estado colombiano tiene un rezago en relación con su presencia en las zonas rurales. Para el Tolima esto no es ajeno, entre tanto la presencia del Estado en lugares remotos aún es una realidad manifiesta. De este modo, buscar una salida negociada en medio de una realidad desigual es equivalente a querer vivir en paz mientras unos viven en mansiones y otros bajo techos de paja.
Por último, menciono una sociedad panfletaria como concepto que caracteriza un lugar común que ha tomado el conflicto armado recientemente. Una nota de carácter agresivo que quiere imponer un mensaje a la fuerza. Nuestro país debe abrir la posibilidad de escenarios de discusión sin que medie la agresividad como característica para la mediación, sin que alguien que se disfraza de Estado use un fusil para obligarte a actuar de determinada manera.
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