Política

"Hay que parar la absurda caravana de la muerte": Alberto Santofimio

"Hay que parar la absurda caravana de la muerte":  Alberto Santofimio

A la usanza del Bachiller Cleofás Pérez (Carlos Lleras Restrepo), que tenía como pretexto enviar cartas a determinados amigos para plantear situaciones de la vida nacional y fijar sus posiciones frente a las mismas, el hoy exdirigente Liberal del Tolima Alberto Santofimio Botero, dirige una comunicación al escritor y amigo Carlos Orlando Pardo, que aprovecha para referirse al incremento de los hechos sangrientos y violentos que han sacudido en los últimos meses al país. 

Como es su estilo, en una bien estructurada prosa Santofimio, acude a su pluma y estirpe de escritor para expresar en forma estética y creativa sentimientos de dolor y angustia de patria, donde la muerte ronda todos sus rincones."Las imágenes lívidas de los muertos, viejos, jóvenes y niños, víctimas de la muerte, como la diaria tortura entre hermanos", dice en su documento.

Sin acudir a programas ideológicos ni al cliché ni la pancarta partidista, con suma sutileza, Santofimio, desde el punto de vista literario nos pone frente a una realidad que estamos viviendo todos los días, donde los campos, los villorrios y las calles se cubren de sangre inocente ante la incapacidad de un Estado para detener la barbarie. "Es la violencia multiplicada vilmente renacida", no dice.  

Es otra forma de escritura para abordar un tema tan sensible, donde señala responsables sin decir sus nombres, y nos convoca a detener la tragedia sin importar el credo político o religioso que se pueda profesar. "Este miserable río de sangre y sacrificio estéril de vidas humanas, hay que detenerlo, con firmeza,  y  con corazón indignado, y no permitir, que gentes desalmadas, lo sigan  convirtiendo, con despreciable oportunismo, en siniestro combustible del  ciego e irresponsable odio político", dice Santofimio en su escrito.

Los dejamos con el breve texto que condensa la reflexión y la inteligencia de un hombre, que pese a las terribles circunstancias que ha vivido, es el único que en los últimos tiempos, ha puesto a pensar al Tolima.    
"Buen día, querido Carlos Orlando Pardo.

Desde la ladera cordillerana, diviso el espectáculo del sol abriendo majestuoso, el camino del comienzo del día.

Pienso en la vida, la historia, los libros, los hechos, los amores, los amigos. Es la tragedia de la reconciliación extraviada, de  la paz frustrada, más allá de la ceremonia de los acuerdos,  y, la deplorable realidad de  los rostros desafiantes de la violencia multiplicada y vilmente renacida.

Las imágenes lívidas de los muertos, viejos, jóvenes y niños, víctimas de la muerte, como la diaria tortura entre hermanos. Campesinos laboriosos, líderes sociales, subversivos, terroristas, policías y soldados, estudiantes, trabajadores, y desempleados, mujeres y hombres, todos colombianos, hijos de la misma patria generosa, que tienen que estar amparados por la misma Constitución, y por idéntica bandera libertaria. Este miserable río de sangre y sacrificio estéril de vidas humanas, hay que detenerlo, con firmeza,  y  con corazón indignado, y no permitir, que gentes desalmadas, lo sigan  convirtiendo, con despreciable oportunismo, en siniestro combustible del  ciego e irresponsable odio político.

Repito, lo que dije convencido, en 1988,al posesionarme de la Presidencia de la Dirección Nacional del entonces glorioso Partido Liberal Colombiano, con las palabras de  mi admirado poeta Luis Vidales, "la única muerte que podemos justificar, es la muerte de la guerra".

Releo temprano a Borges.

Me enfrento a sus tigres, me pierdo deliciosamente, entre sus espejos, sus meditaciones, sus versos y sus infinitos  laberintos literarios.

Medito, vuelvo a hilvanar, con  Ronsard, el fuego de los recuerdos y los sueños. Que alegre es la existencia, con el correr del tiempo, sin rencores, sin remordimientos. Con el espíritu, limpio de escorias, y de pesados lastres.
Mirando   atrás, solo para encontrar  nuevos motivos de perdón, y olvido, de amor, de iluminada fe, pero también ,de desprecio a los perversos, a los malevos, simulares e  nuestro suelo, a los del fervor por Buenos Aires, con aire de tango.

Bajo este cielo azul de mi  ciudad amada, que hermoso es afirmar la batalla "de cuantos ejercemos el oficio de cambiar en palabras nuestra vida". Es la esencia del espíritu  borgiano, que nos alienta a seguir leyendo ,releyendo, adivinando, la razón de los seres y las cosas ,en la mágica entraña de los libros. Nada es comparable a esta diaria aventura de acariciarlos, y sostenerlos en nuestras manos firmes y esperanzadas...

Ellos no son sujetos del virus. Por esto, son ajenos al desastre de la pandemia. Están, siempre cercanos, sin tomar obligada distancia. Se sostienen altivos, indiferentes  a la absurda caravana de la muerte diaria. Se mantienen, sabios, solemnes, confidentes. Nos incitan a poseerlos, apasionadamente.

Al final, cuando cerramos sus hojas, y nuestros ojos, podemos afirmar ,con aire de Borges que "el mundo es unas cuantas tiernas imprecisiones". Un fuerte abrazo.de tu siempre amigo ALBERTO.SANTOFIMIO BOTERO

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