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Historias

Ginna no es la gallina

Ginna no es la gallina

El pasado miércoles tuve la oportunidad de compartir con la gente que habita en el parque Galarza de Ibagué en una actividad de cine al parque que realiza la secretaria de Salud. Allí conocí la historia de Ginna, una activista de la comunidad LGTBI que abrió su corazón y me contó parte de su vida.

 

Eran ya las 7 de la noche cuando nos acercamos con mi esposa a ver la función. Ginna movía sus caderas para un lado y para el otro organizando al habitante de la calle para disfrutar de la película “Plegarias por Boby” drama donde nos cuenta cómo la familia debe sensibilizarse y actuar frente al tema de la homosexualidad.

 

A sus 13 años supo que le gustaban los hombres, dijo entre risa y risa: “yo me bañaba con mis primitas tiempo atrás y no me daba nada… pero despertaba mi curiosidad cuando lo hacia con mis primos. Así fue pasando el tiempo hasta que tuvo su primera experiencia y se armó la gorda. Asumió su homosexualidad con tan mala suerte que su madre la echó de la casa. Era el hijo menor, el que la acompañaba, pero en esos momentos bajo su entendimiento era la oveja descarriada.

 

La calle fue su refugio, como la de muchos jóvenes que tienen el mismo destino por la determinación de ser homosexuales. Padres de familia que aun no están preparados para asumir esos roles donde lo importante es que sus hijos sean felices.  Se acerca Julieth, una trabajadora sexual de 19 años de edad, saluda y habla un rato con nosotros. “A mi a los 10 años me sacaron de la casa, desde entonces vivo en la calle y vivo de la prostitución”. Su vestimenta es de mujer, su falda mostrando casi media nalga. Se despide de beso y sigue su camino, perdido entre la droga y la necesidad de conseguir dinero para seguir viviendo.

 

Entre el olor a marihuana y orines sigue la charla, algo ya cotidiano. Ginna hace una pausa. Yo le preguntó: ¿usted que drogas consumió? Ella contesta: - más bien pregúnteme qué no consumí. Pero ya llevo más de 4 años sin consumir nada. Así se viva en la calle está en cada uno de nosotros decidir que se quiere para la vida concluye Ginna.

 

Su trabajo en la comuna 1 de Ibagué es notorio, me impresiona ahora ver como la solidaridad del grupo LGTBI de esa zona conformado por más de 180 personas trabaja mancomunadamente por el sueño de los demás. Ella quiso montar una peluquería y gracias al esfuerzo de todos, hoy cuenta con un establecimiento donde atiende a más de 10 personas por día y genera 2 empleos. Así se repite la historia con otros pares suyos. Ya son dos los que tienen su establecimiento comercial y pagan impuestos y son referente para los demás.

 

Ahora otros tres amigos piensa ya en sus negocios y como en un baby shower cada quien hace apuestas para llevar algo que sea de utilidad y sirva en esa cadena de favores donde la red se fortalezca y ayude a mejorar las condiciones de vida de los demás, dice Ginna.

 

Atrás quedó vivir en la calle. Ahora tiene un apartamento pequeño, sin nada de lujos, pero de ella, con su toque, por cierto muy original.  Atrás quedó la discriminación de su familia y en especial de su mamá, con quien ahora comparte muchas horas, disfrutando de esos más de 10 años perdidos donde Ginna demostró que no era una gallina.

Por Óscar Viña Pardo. 

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