Economía
Cómo la inflación está transformando el comportamiento del consumidor en América Latina

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Se vive un contexto mundial de incertidumbre y volatilidad económica. En la región latinoamérica, la inflación ha impactado la vida diaria, llevando a un alza de servicios básicos así como la reducción del poder adquisitivo. Esto, a su vez, ha afectado el crecimiento de varias industrias, incluyendo la agricultura, la de alimentación e incluso sectores de la rama del entretenimiento como los servicios de streaming y las plataformas de casino en vivo en línea.
Así quedó la inflación en Latinoamérica en el primer cuatrimestre de 2025
El inicio de 2025 ha revelado un escenario inflacionario heterogéneo en América Latina, con países que continúan lidiando con altos índices de precios mientras otros muestran una tendencia a la estabilización o incluso a la desaceleración.
Venezuela se ha mantenido a la cabeza de la inflación regional. En abril de 2025, la inflación mensual alcanzó un preocupante 18,4%, acumulando un alarmante 63,1% en los primeros cuatro meses del año. La cifra interanual escaló aún más, situándose en un 172%, según datos del Observatorio Venezolano de Finanzas.
De cerca le sigue Argentina, que, aunque con cifras elevadas, ha comenzado a mostrar signos de desaceleración. La inflación en abril de 2025 fue del 2,8%, llevando el acumulado del cuatrimestre a un 11,6%. La inflación interanual se ubicó en 47,3%, marcando su nivel más bajo en varios años y sugiriendo una posible tendencia a la baja. Los aumentos de precios en este período estuvieron impulsados principalmente por sectores como Restaurantes y Hoteles, Recreación y Cultura, y Prendas de Vestir y Calzado.
En contraste, varias economías de la región han logrado mantener la inflación bajo un control más estricto. Brasil registró una variación mensual del 0,43% en abril de 2025, con una inflación interanual del 5,53%, lo que indica una gestión más estable de los precios. Uruguay también mostró una tendencia moderada, con una inflación mensual del 0,32% en abril y un acumulado del 2,71% en lo que va del año.
Su inflación interanual se situó en un 5,36%. Similarmente, Perú experimentó una variación de precios mensual del 0,32% en abril, con un acumulado del 1,23% en el cuatrimestre y una inflación interanual del 1,65%, destacándose por su estabilidad. Ecuador, por su parte, reportó una inflación del 0,27% en abril y un acumulado de apenas 0,55% desde enero, con una notable caída interanual del 0,69%.
Otros países como Paraguay y Bolivia presentaron dinámicas distintas. Paraguay cerró abril con un índice de precios mensual del 0,4%, acumulando un 3% desde enero. En contraste, Bolivia anotó una subida de precios del 0,9% en abril, acumulando un 5,95% en el primer cuatrimestre y una cifra interanual del 15,01%, lo que sugiere presiones inflacionarias más pronunciadas.
Finalmente, México observó un alza en su inflación anual en abril de 2025, alcanzando un 3,93%, ligeramente superior al 3,8% de marzo, con el aumento del índice de precios de alimentos en 3,29% anual.
Lo que revelan las cifras de la inflación en Colombia en mayo de 2025
En el caso de Colombia, en enero de este año, la inflación interanual se ubicó en 5,22%, mientras que la variación mensual fue del 0,94%. Este dato reflejó una desaceleración significativa en comparación con el mismo mes del año anterior (8,35% en enero de 2024), indicando un avance en la moderación de los precios. Las categorías que más contribuyeron a este aumento mensual fueron Restaurantes y Hoteles, Transporte, y Alimentos y Bebidas no alcohólicas.
Para marzo la inflación anual continuó su descenso, situándose en 5,1%, rompiendo una racha de cuatro meses de estabilidad en torno al 5,2%. La variación mensual en marzo fue del 0,52%, lo que sugirió una moderación impulsada principalmente por la inflación sin alimentos, especialmente en la canasta de regulados.
Sin embargo, en abril se observó un ligero repunte. La inflación mensual fue del 0,66%, un aumento mayor al registrado en marzo, y la inflación anual se ubicó en 5,16% o 5,2%, interrumpiendo la desaceleración previamente observada. Este incremento se atribuyó principalmente a los regulados y bienes, aunque los servicios y alimentos moderaron parcialmente el alza. Rubros como Alojamiento, servicios públicos, alimentos y comidas fuera del hogar explicaron una parte significativa del aumento.
Respecto a mayo, las búsquedas no proporcionan una cifra oficial definitiva de inflación mensual. Pese a esto, las alertas se centraron en el comportamiento del costo de los alimentos, con preocupaciones por el alto precio de productos esenciales como el café, la papa y el tomate.
Aunque no se ha publicado el dato global de inflación para mayo, la atención sobre estos rubros sugiere que podrían haber mantenido presiones sobre el costo de vida. El Banco de la República, por su parte, ha mantenido una postura cautelosa, ajustando su tasa de interés de política monetaria a 9,25% a partir del 2 de mayo de 2025, buscando consolidar la convergencia de la inflación hacia su meta del 3% a finales de 2026.
El impacto de la inflación en el consumidor latinoamericano
La inflación en Latinoamérica ha generado un impacto diverso en los hábitos de consumo, moldeando el comportamiento de los hogares de maneras específicas. Aunque el contexto económico afecta a cada familia de forma distinta, se observan tendencias claras en la respuesta de los consumidores ante el incremento de precios.
Una de las reacciones más destacadas es la racionalización del consumo, que se manifiesta en una reducción del volumen de compra. Esta estrategia no es universal. Mientras las familias de cinco o más personas tienden a disminuir su volumen de adquisición, los hogares de una a dos personas lo incrementan, aunque gastando casi un 40% menos en productos de consumo masivo (FMCG, por sus siglas en inglés).
De manera similar, los hogares sin hijos aumentan su volumen de compra, en contraste con aquellos con niños entre 6 y 12 años, que son quienes más lo reducen, según datos aportados por la consultora Kantar.
La omnicanalidad y la priorización de categorías también son respuestas clave ante la inflación. Los consumidores no solo ajustan las cantidades que compran, sino que también diversifican sus canales de compra y seleccionan cuidadosamente las categorías de productos a las que destinan su presupuesto. Este comportamiento se observa en todos los perfiles de consumidor, aunque con particularidades en cada grupo.
Es notable que el nivel socioeconómico juega un papel crucial en esta dinámica. Los hogares de nivel socioeconómico alto son los únicos que, en promedio, logran mantener su volumen de compra, con un gasto anual en FMCG que ronda los USD 1270. Esto sugiere una mayor capacidad de adaptación o una menor presión financiera para este segmento de la población.
Inflación por de demanda y la presión global entre los factores que causan la inflación
Colombia ha enfrentado desafíos inflacionarios que, como en muchas economías, se originan en una combinación de factores internos y externos. Entender estas causas es fundamental para comprender las dinámicas del costo de vida en el país.
Inflación por demanda
Una de las principales causas de la inflación es un desequilibrio entre la oferta y la demanda. Cuando la capacidad de compra de las familias, empresas o el gobierno excede la disponibilidad de bienes y servicios en la economía, se genera una presión al alza sobre los precios.
Esto puede suceder por varias razones. Un incremento en los salarios, una disminución en las tasas de interés que incentiva el endeudamiento y el consumo, o un elevado gasto público pueden llevar a que haya más dinero en circulación. Si la demanda agregada del país supera su capacidad productiva, los precios al consumidor inevitablemente suben.
Inflación por oferta
La inflación también puede ser impulsada por factores que afectan directamente la producción y la distribución de bienes y servicios. Estos incluyen:
- Choques de oferta: Eventos inesperados como fenómenos climáticos extremos, problemas de orden público o desastres naturales pueden interrumpir las cadenas de suministro, dificultando el movimiento de productos y aumentando su costo final.
- Aumento de costos de producción: El encarecimiento de insumos clave es un motor importante de la inflación. Por ejemplo, el alza en los precios de los combustibles incrementa los costos de transporte y, por ende, los precios finales de los productos.
- Devaluación del peso frente al dólar: La depreciación de la moneda local frente al dólar estadounidense tiene un impacto directo. Cuando el peso pierde valor, las importaciones se vuelven más caras. Esto afecta tanto a los bienes de consumo final que se compran en el exterior como a los insumos y materias primas importadas que son esenciales para la producción nacional.
Presión global e interconexión económica
Colombia, como parte de una economía globalizada, no es inmune a las presiones inflacionarias que se originan fuera de sus fronteras. Si los precios aumentan en otros países, especialmente en socios comerciales clave, esto inevitablemente se traslada a la economía local a través de las importaciones y los mercados internacionales de materias primas. Factores como el costo global de los alimentos y los combustibles, afectados por dinámicas de producción y mercados internacionales, repercuten directamente en el costo de vida interno.
Las industrias más afectadas por la inflación y el alza del costo de vida
La inflación tiene un efecto dominó que se extiende por toda la cadena de valor, afectando tanto a la producción como al consumo final. En Colombia, uno de los sectores más directamente golpeados es el agrícola, que experimenta un incremento en los costos de insumos esenciales como los fertilizantes, repercutiendo directamente en los precios de las materias primas.
Esta situación, a su vez, ejerce una presión negativa sobre los márgenes de la industria alimentaria, que se ve obligada a adquirir productos más caros. El comercio de productos alimenticios también sufre un impacto significativo, no solo por el encarecimiento de sus compras, sino también por los elevados costos energéticos necesarios para la refrigeración y conservación de los alimentos.
Más allá de la alimentación, el aumento de los precios de los combustibles y la energía se traduce en un costo de vida más elevado para la canasta familiar, dado que afecta toda la cadena de abastecimiento. Sectores de servicios, como la hotelería, actividades hospitalarias y asistenciales, gimnasios, peluquerías, tintorerías, parques de atracciones y escuelas de conducción, también resienten el impacto de estos mayores gastos energéticos, que se trasladan a sus tarifas y, en última instancia, al consumidor final.
La volatilidad en la estructura de costos de las empresas es una consecuencia directa de la inflación, generando incertidumbre y desconfianza en el mercado. Los incrementos en el precio de los productos energéticos golpean con especial dureza a industrias clave como la minería, metalurgia, la industria de la madera y papel, la química básica, o la fabricación de productos de caucho y plásticos.
Además, el sector de productos minerales no metálicos, que incluye la producción de vidrio, productos cerámicos, baldosas, aparatos sanitarios, cemento, cal y yeso, también sufre un elevado crecimiento en los precios de sus insumos energéticos. Es importante destacar que estos últimos son insumos básicos para la construcción, lo que implica que el aumento de sus costos se propaga a todo el sector, impactando proyectos y precios de vivienda.
La alza de precios también ha afectado la situación del sector del entretenimiento
En la actualidad, se observa una modificación en la percepción del disfrute, llevando a una disminución en la participación en ciertas actividades recreativas y una reducción en el uso de suscripciones digitales. Los segmentos de mayor edad son especialmente sensibles, ajustando su frecuencia y el volumen de su inversión en entretenimiento.
Sin embargo, emerge una tendencia conocida como "diverflación", donde los consumidores priorizan experiencias significativas como viajes y eventos culturales sobre la adquisición de bienes.
En el sector de las apuestas en línea, la inflación, al erosionar el poder adquisitivo del dinero, impulsa a los inversores individuales a buscar comportamientos de riesgo para intentar compensar esa pérdida.
Una nueva investigación de Alok Kumar, profesor de finanzas en la Universidad de Miami, revela que en periodos de alta inflación, los individuos recurren a opciones de inversión más arriesgadas y, notablemente, aumentan su participación en juegos de azar en línea, loterías y apuestas deportivas, un sector dominado por plataformas como Stake, Codere y Rivalo entre otros.
El auge de las apuestas en línea y móviles ha facilitado esta tendencia, convirtiéndolas en una vía accesible para quienes buscan rendimientos más altos, aunque con mayor riesgo. Se estima que las pérdidas anuales potenciales en este sector podrían alcanzar los $700 mil millones para 2028.
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