La exdirectora de la revista Semana y ahora candidata presidencial de la derecha, Vicky Dávila, inició su campaña hace unos meses bajo el eslogan “Valientes”, con una fuerte presencia mediática y un marcado tono de oposición al gobierno de Gustavo Petro.

Sin embargo, una candidatura que arrancó con ímpetu parece haberse ido apagando, mientras otros aspirantes del mismo sector como los del Centro Democrático, Juan Carlos Pinzón de Oxígeno y el ‘independiente’ Abelardo de la Espriella, van ganando adeptos.

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Según información reciente difundida por La W, varios cargos clave de la campaña de Dávila habrían decidido apartarse. Se trata de su gerente de campaña, Sandra Suárez, y de su jefa de debate, Alicia Arango, ambas muy cercanas al expresidente Álvaro Uribe Vélez.

Tanto Suárez como Arango ocuparon altos cargos en los gobiernos uribistas. Suárez fue ministra de Ambiente durante el gobierno de Uribe, mientras Arango se desempeñó como ministra del Interior, ministra de Trabajo y embajadora ante la ONU en el gobierno de Iván Duque, además de haber sido jefa de debate del propio Uribe.

La candidata aún no se ha pronunciado sobre estas bajas sensibles, que representaban su línea directa con el uribismo y con el expresidente. La salida de ambas podría interpretarse como un intento por marcar distancia de esa corriente política, en un momento en que el Centro Democrático busca definir su propio candidato para su elección prevista para el 28 de noviembre.

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A esto se suma el desgaste de la imagen de Vicky Dávila entre los simpatizantes de la derecha, lo que podría restar en lugar de sumar. En los últimos días, Dávila ha impulsado desde sus redes una campaña de desprestigio contra Abelardo de la Espriella, en la que ha enumerado las alianzas cuestionables del abogado a lo largo de su trayectoria profesional.

Cabe recordar que Álvaro Uribe y César Gaviria han sostenido acercamientos orientados a promover una unidad entre la derecha y el centro, desde Abelardo de la Espriella hasta Sergio Fajardo. En ese contexto, los ataques entre candidatos del mismo espectro político se perciben como una fractura inoportuna frente a la fuerza y la cohesión que hoy muestra el Pacto Histórico.