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La caricatura como expresión de libertad
Por: Humberto Leyton
Uno de los instrumentos preferidos por los artistas para luchar contra las injusticias sociales, políticas, económicas, culturales o de cualquier índole es la sátira y el humor.
Desde Pompeya, pasando por los griegos y los romanos, tenemos una galería de dibujos rupestres que dejan mensajes eróticos, de batallas y de ironías políticas, entre otros; dejándonos un escenario de teatro trágico a través de la caricatura sobre la época histórica que se vivía.
Los caricaturistas de entonces y de ahora han sido los protagonistas que crean sarcasmo e ironía, a través de sus dibujos simplones o grotescos, reflejan, sin atenuantes, el momento histórico que se vive y los personajes que lo representan. Y para ello se requiere valor y dignidad.
Charles Chaplin, por ejemplo, utilizando el cine mudo como una caricatura en movimiento, denunció y ridiculizó al nazifascismo, como un sistema cruel y oprobioso que hoy algunos tratan de imitar. Por eso, sufrió persecuciones del macartismo estadounidense hasta su exilio.
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La caricatura es una herramienta eminentemente crítica, de humor irónico y hasta de fatalidad. Es un elemento de opinión pública que puede concluir en la catarsis de la risa que ridiculiza a un personaje que se considera poderoso e intocable. Ese es el poder de la caricatura que baja de las nubes a los más encumbrados.
Y esta es precisamente la misión que cumple Carlos Arturo Romero Santos, el mejor caricaturista tolimense que desde 2007 viene dibujando el diario acontecer, denunciando valientemente los actos de corrupción de nuestros dirigentes a nivel local, regional, nacional e internacional. Sus caricaturas, además de ser un género artístico, Romero las toma como una herramienta de lucha política para fijar su posición frente a las diversas problemáticas que enfrenta la sociedad.
No se esconde en cobardes neutralismos ni mucho menos se niega a tomar partido a favor de los más débiles.
Romero había publicado un primer libro al que llamó simplemente Caricaturas, que recogía su trabajo entre los años 2016 a 2025, y ahora nos presenta “Defendiendo la sátira, maestro”, al parecer el título es un abierto desafío o una mamadera de gallo al general Mario Montoya Plazas (Plazas Vega), aquel que comandó la retoma del Palacio de Justicia en 1985, donde declaró a la prensa: “Defendiendo la democracia, maestro”, cuando se estaba consumando el terrible asesinato de magistrados, funcionarios de la rama jurisdiccional y civiles en este infausto hecho.
En esta nueva obra, “Defendiendo la sátira, maestro”, Romero nos presenta un libro de 118 páginas con 220 caricaturas, comenzando por Fakir Eunuco Informativo, que denuncia al periodismo prepago y prostituido, que recibió mención de honor de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), pasando por toda la cloaca de la política nacional e internacional hasta finalizar con Arios tumban el Misterio de la Igualdad, una crítica directa a la Corte Constitucional por sus reiterados fallos amañados y políticos, especialmente contra el gobierno de Gustavo Petro.
En su palmarés, Romero cuenta con el Premio Nacional de Periodismo del Círculo de Periodistas de Bogotá (CPB) (2009), Finalista del Premio Nacional de Periodismo Revista Semana (2013), Premio Nacional de Periodismo Círculo de Periodistas de Bogotá (CPB) (2015), Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar (2015), Premio Nacional de Periodismo Revista Semana (2015), y Mención de Honor de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) 2023.
Esta es la obra y los reconocimientos recibidos por un hombre de 68 años, nacido en Ibagué, quien trabajó inicialmente en el diario impreso El Nuevo Día, Tolima 7 Días, y quien es colaborador permanente de este portal, El Cronista.co.
Romero, con su nueva publicación, muestra su incesante trabajo como caricaturista de primera línea que con el tiempo pule más su lápiz y mejora sus imágenes. La experiencia y el conocimiento de su oficio proyectan a un artista que no pierde vigencia y que labra un futuro que prolongará su nombre en las próximas décadas.
Este arte de sátira y humor que José Guadalupe Posada, con sus calaveras garbanceras en México, lo llevará a ser una expresión de burla y rechazo de las clases pudientes y vendepatria, fue tomado más tarde por el pintor y muralista Diego Rivera con las Catrinas, para inmortalizarlo y hacerlo una protesta permanente contra las injusticias y un referente de la cultura más auténtica de los pueblos.
Y las caricaturas de Romero siempre llevan esa impronta, ese compromiso político de avanzada, de denuncia y rebeldía. De no tragar entero, como lo dijera la cofradía de nuestro coterráneo Alfonso Palacio Rudas.
Este género periodístico de la caricatura fue tomado acertadamente por Carlos Arturo Romero Santos, como un elemento de libertad de expresión y del pensamiento, y eso es lo que está plasmado en cada uno de sus esbozos. La caricatura es un símbolo de libertad y de lucha.
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