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Historias incompletas

Historias incompletas

Por Guillermo Pérez Flórez

*Abogado-periodista

Recibo de mi buen amigo y maestro el exgobernador Néstor Hernando Parra Escobar un mensaje en el que hace una precisión histórica, en apariencia un poco intrascendente. Me cuenta, a propósito de cumplirse 66 años del primer Festival Nacional del Folclore, que este significó una “explosión de alegría y reconciliación después de la Violencia”, y que se vio empañado por el asesinato de Ramón Cardona García, director del Conservatorio de Caldas, participante en el Festival.

 Cuando iban de regreso a Manizales, el bus de la entidad fue interceptado por una cuadrilla de bandoleros y que allí fue ultimado Cardona. Este trágico episodio es narrado por Humberto de la Calle, en su libro “Muertes y muertecitas”, que nos presentó en la Librería Pérgamo de Ibagué el pasado mes de abril. Según el capítulo ‘Balazo disléxico’, Cardona fue asesinado porque el cabecilla de la banda, presuntamente Teófilo Rojas Forero, alias ‘Chispas’, entendió que se trataba del jefe del conservatismo de Caldas.

‘Chispas’ era un campesino liberal de Rovira (Tolima), que siendo apenas un niño de trece años, vio cómo “gentes uniformadas en compañía de particulares”, maltrataban campesinos, incluidos ancianos y niños, incendiaban, robaban y violaban a las mujeres, entre ellas a una prima suya, de nombre Joba Rojas, todo porque eran liberales, y eso lo indujo a querer matar a los “godos hijueputas”. Según lo afirma el propio ‘Chispas’ en una declaración de dieciséis páginas suscrita ante el ‘general Mariachi’, en mayo del 58 en Planadas (Tolima).

Declaración realizada luego de que fuera persuadido por éste de la necesidad de dejar en claro sus “actuaciones y procederes”, pues le atribuían todo lo malo que acontecía. Además, para que pudiera dejar las armas y retornar a la paz, que le arrebataron cuando la violencia le habilitó la edad y lo convirtió en un hombre.   

 Y aquí viene la precisión de Parra, afirma que el asesino de Cardona fue alias ‘Comino’, de quien había sido primero juez, en la justicia penal militar, y más tarde defensor en un proceso penal en Ibagué, ante la justicia ordinaria. Por esa razón lo conocía bien. ‘Comino’, era hermano del ‘general Peligro’, alias Leopoldo García, otro campesino liberal que delinquía en el Cañón de las Hermosas, entre Chaparral y Rioblanco (Tolima). Y quien para esas mismas calendas, le pedía al gobernador Darío Echandía en carta del 28 de agosto de 1958 desde La Herrera (Rioblanco), que los visitara e incorporara a la “economía del Tolima a esta rica comarca”. Que la voluntad de paz de sus gentes era una decisión inmodificable, pues apoyaban al presidente Alberto Lleras Camargo.

Minutos antes de recibir el mensaje de Parra acababa de leer dos noticias relacionadas con la guerra en Ucrania. Una, contaba los avances de ese país en tecnología. Fabrica cuatro millones de drones al año, y eso le ha permitido mitigar la superioridad armamentística rusa. Con un dron de cien euros, puede destruir un tanque de guerra de ocho millones de euros.

La otra noticia, era sobre la presencia cada vez mayor de colombianos en Ucrania. Hasta en eso se nota el atraso. Ucrania produce drones y Colombia mercenarios, muchos de ellos formados por el propio Estado, que se juegan su pellejo para tratar de tener un salario de entre dos mil quinientos y cuatro mil dólares al mes.

El espíritu del Festival Nacional del Folclore con el cual fue creado, por Enrique Silva, Adriano Tribín, y el propio Parra, ha desaparecido casi por completo. Hoy no es un acto para exaltar las culturas y la reconciliación. Pese a las buenas intenciones de algunos de sus organizadores, es más bien una especie de ventana de escape que nos conduce al olvido de nuestras desdichas, históricas y cotidianas, y la oportunidad fabulosa para celebrar unos contratos, vender unas botellas de aguardiente y unos tamales de más.

Esta crónica que se teje entre folclore, literatura, historia y violencia, nos permite comprender un poco mejor lo que han sido nuestras tragedias. Hacemos las cosas a medias; las dejamos mal hechas; nos llenamos de pasiones; tergiversamos las historias y las noticias; y nos demonizamos los unos a los otros, en una espiral de odio eterno. Una y otra vez.

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