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Análisis

Entre el corazoncito y la chambonada

Entre el corazoncito y la chambonada

Desconocer que el mamarracho que pintaron de azul en el plazoleta Darío Echandía, para borrar los colores de la bandera de Ibagué no forma parte de un trabajo publicitario planificado y que equivocadamente se está realizando en la ciudad, es como creer en las mentirillas del gerente de la Gestora Urbana, Didier Blanco, que niega la responsabilidad de la Administración Municipal del alcalde Hurtado en ese hecho. 

Con solo observar los diferentes escenarios públicos que han aparecido matizados de color azul y el alumbrado navideño, especialmente en la Alcaldía y la plaza de Bolívar, ya da la sensación que el converso alcalde Hurtado está pagando una promesa para que le crean que definitivamente es conservador y que nada lo une con los liberales, su anterior partido. 

En estas condiciones, comprendemos el afán que tiene el funcionario de borrar todo lo que aparezca en rojo, así tenga que pasar por encima de los colores de la bandera de Ibagué, esa sí un símbolo nuestro, para borrar todo recuerdo de la administración Jaramillo. Pero consideramos que la mejor forma de hacerlo, es superándolo en obras y en proyectos de gobierno que pueda concretar para beneficio de las comunidades, no con baños de pintura sea del color que fuere. Menos con el ordinario gusto estético de quien pinto el mamarracho de la plazoleta Darío Echandía.
  
El problema es más de fondo que de gusto de pinturas o de colores. Usted alcalde debe demostrar en primer lugar que está sintonizado con la ciudad, que tiene programas claros y concretos como la generación de empleo, la terminación del acueducto complementario, los escenarios deportivos y la seguridad, entre otros. Debe aterrizar y prestarle más atención al contenido que al empaque de su administración. No debe seguir improvisando. 

De otra parte, no comerle tanto cuento a sus 'analistas políticos de radio' que le dicen que el corazón es un símbolo petrista. Si bien es cierto Jaramillo lo introdujo en su marca de gobierno, por ser médico cardiólogo infantil, no es cierto que este importante órgano sea simbología patrista como tampoco lo son los colores de las gradas del parque Centenario que pintó el maestro Pedro Cabrera. Esos son cuentos para sacarle contratos alcalde. 

El corazón es algo universal, se identifica con el amor; en el caso de las ciudades: Yo amo a Barranquilla, Yo amo a Cali, Yo amo a Córdoba, entre otras, y todas llevan el corazoncito. No es solo Ibagué. Y no tiene nada que ver con partidos o movimientos políticos. 

El alcalde Andrés Fabián Hurtado, no debe caer en manos de tan débiles comentaristas políticos, que solo saben de autoelogios, endiosarse asimismo, de contratos y de vender publicidad. Tampoco en las tentaciones sectarias que tanto mal le ha hecho a nuestro país, y por fortuna, ya en decadencia. 

El corazón se lo puede quitar o cambiarlo de sitio del logo de la Ibagué, pero los colores de nuestra bandera no. Esos son nuestros símbolos y no los debe confundir con color emblema de su ahora partido político.

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