La forma de remuneración es un aspecto de la calidad del empleo en el que se suele encontrarse situaciones discriminatorias por género en los mercados laborales.

En el promedio nacional, el 92 por ciento de las mujeres reciben la remuneración por su trabajo en forma de dinero solamente, el 4.6% lo recibe en dinero y en especie y a un 2.6% no le pagan por su trabajo.

Pero cuando las mujeres desarrollan trabajo agrícola, disminuye a 70.9% la proporción a la que les pagan solo en dinero, mientras que aumentan las proporciones a las que les pagan combinado en dinero y especie (6.7%), solo en especie (4.1%) y, considerablemente, a las que no les pagan (18.4%). Pero la situación empeora cuando el trabajo es en el sector agrícola y en zona rural (19.4%), pero llama la atención que otra situación de precariedad, el pago en especie, también se aumenta cuando el trabajo es agrícola en zona urbana.

Comparando la situación laboral de los hombres en este sector, los porcentajes tienen una gran diferencia. A los hombres que les pagan solo en dinero son mayores, sea trabajo agrícola o no agrícola, de la zona rural o urbana; las proporciones de hombres a los que les pagan solo en especie o no les pagan son menores que en el caso de las mujeres. La mayor diferencia a favor de los hombres se presenta en el caso de remuneración solo monetaria en trabajo agrícola de la zona rural donde al 87% de los hombres les pagan solo en dinero, frente al 70 por ciento de las mujeres (17 puntos porcentuales de diferencia). En ese mismo sector y zona, al 19.4% de las mujeres no les pagan mientras que eso ocurre a solo el 4% de los hombres (15 puntos porcentuales de diferencia). Cuando el trabajo es agrícola en las zonas urbanas, también hay diferencias importantes en el desmejoramiento de las condiciones de las mujeres: al 89.8% de los hombres les pagan solo en dinero, frente al 79.5% de las mujeres. Al 7.9% de las mujeres no les pagan, frente al 1.7% de los hombres.