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¿Hasta dónde llegan los tentáculos del clan Hurtado?

¿Hasta dónde llegan los tentáculos del clan Hurtado?

Por José Baruth Tafur G.

*Abogado

Especialista en Marketing Político y Estrategias de Campaña

Maestrante Comunicación Política


¿Qué opinan? ¿Produce asco la corrupción presente en la Personería, la Procuraduría y en sectores de la izquierda del Pacto Histórico y del Partido Verde?

Cuánto dolor e indignación genera ver cómo, al parecer, engavetan denuncias y procesos toda vez que en la misma línea de tiempo se realizaron denuncias en la Personería de Ibagué y Procuraduría. Hoy alzo la voz al exponer el caso de Leidy Galeano Ortiz, psicóloga y esposa del exalcalde Andrés Fabián Hurtado Barrera. Sí, los mismos que tanto daño le han causado a Ibagué; los mismos que, por cualquier medio engañoso —así sea a través de la fe en Dios— buscan ubicar a alguien del clan Hurtado en las legislativas para seguir robando los sueños.

Sí, el mismo clan que está en cabeza del partido hUrtado, que realizó alianzas frente a un candidato en Melgar uniéndose con Mauricio Jaramillo, hermano del ministro Guillermo Alfonso, fiel escudero del proyecto político de la izquierda del señor presidente Gustavo Petro.

Es así como la Dra. Leidy Galeano cuenta, en su recorrido contractual en el municipio de Ibagué, con seis contratos firmados con entidades municipales (IMDRI, IBAL, SETP) por un valor total conocido de alrededor de $240 millones entre 2024 y 2025. Pero qué raro: la Procuraduría General de la Nación también abrió una actuación disciplinaria para indagar si dichos contratos violaron regímenes de inhabilidades e incompatibilidades, dada su relación conyugal con Hurtado. ¿Y qué ocurre? Se abre la investigación… pero, a la fecha, no avanza, presuntamente. ¿Hasta dónde llegan los tentáculos del clan Hurtado?

A lo anterior se suma una denuncia contra la Personería de Ibagué, radicada ante la Procuraduría por el “posible festín” de viáticos, comisiones y contratos relativos al año 2024: anticipos otorgados sin soporte, gastos sin justificación y contratación directa por más de $225 millones, posiblemente sin estudios técnicos adecuados. ¿Que si es festín? Esa palabra lo dice todo: pareciera que los recursos públicos —los de todos— se convirtieron, presuntamente, en un banquete para unos pocos.

Lo indignante es que estos escándalos se repiten sin que parezca haber una consecuencia real en el horizonte. Se abre la investigación, se publica la nota, se produce la indignación… y luego… silencio. Las ruedas siguen girando, pero el mecanismo de la rendición de cuentas parece estar oxidado, lleno de excusas.

Pero la izquierda no se queda atrás: tiene un concejal del Partido Verde que representa los intereses de Renzo, perteneciente al Pacto Histórico. Un concejal que critica a la Alcaldía de Ibagué en medios, pero que en fincas privadas —junto con sus compañeros de cabildo y la alcaldesa— se abraza y canta mientras cuadran, al parecer, sus intereses para escoger la presidencia del Concejo, el secretario del Concejo y el Contralor Municipal. Presuntamente, presuntamente.

Y por el otro lado, tenemos a la esposa del exalcalde Hurtado participando en contratos con la Alcaldía poco después de concluido su mandato: una posible violación al régimen de inhabilidades e incompatibilidades por parentesco; un reparto del pastel público entre quienes ya lo tienen. Y la cereza del pastel: que los funcionarios de la Personería —encargados de velar por derechos y ejercer control— estén bajo sospecha por mal uso de viáticos y contratos. Es una bofetada para quienes aún creemos en la función pública decente.

Lo más ofensivo es ver y sentir el esfuerzo del ciudadano común: el que madruga, el que camina las calles de Ibagué. Ese es el mayor daño: la resignación.

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