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A Gaitán y su música preferida

A Gaitán y su música preferida
De izquierda a derecha: El escrito y especialista en música Cesar Pagano, Gloria Gaitán y Camilo Delgado.

Por: César Pagano Villegas
 


“Es decir, Jorge Eliécer Gaitán había cometido el imperdonable sacrilegio de impredecibles consecuencias para el orden, de darle la palabra al pueblo…De abrirle el acceso, cuando la política había consistido siempre en mantener al pueblo al margen”

Jorge Eliécer Gaitán además de ser el político más popular del siglo XX en Colombia, en su personalidad más íntima era ilustrado, exigente y refinado.

Su hogar fue propicio para la cultura desde su nacimiento (23 de enero de 1898 en Bogotá), pues su señora madre (Manuela Ayala) era docente de música. Luego, al lado de su esposa (Amparo Jaramillo) y su hija (Gloria Gaitán), estimularon no solo la lectura sino también las buenas maneras, la comida sana, la higiene, la actividad deportiva o física, y robustecieron la cultura y la música en el hogar.

Además de su inquietud constante por la historia y la sociología, Gaitán sirvió en el desarrollo de los aspectos sociales de la vida cotidiana. Mucho antes de los años 40 confesaba a sus amigos en Italia y en Europa que lo cautivaron sólo con la historia cultural tradicional como los mitos y las nuevas corrientes artísticas del mundo y por supuesto la música clásica de los grandes maestros europeos, su veneración –según el testimonio de su hija Gloria Gaitán– por Jean Sibelius (Finlandia, 1865–1957) y la Novena Sinfonía de Beethoven (Alemania, 1770–Viena, 1827).

NI RANCHERAS NI TANGOS

Aunque estaban de moda las rancheras y el tango, ya que su mejor cultor y difusor mundial había muerto en 1935 en Medellín, Juan Sebastián Gaitán en sus monografías de 1935 afirmaba que su padre no gustaba de esas melodías. La interpretación personal nos lleva a pensar que el tono de su espíritu predominantemente solitario convivía con el pesimismo y la tragedia y con el anhelo del individuo que soñó. Aunque estuvo en México y fue atendido por el presidente Cárdenas como delegado del gobierno para asuntos rurales, tampoco el corrido o las rancheras lo sedujeron particularmente, y creo que por las mismas razones.

Gloria Gaitán nos resaltó a Camilo Delgado y este servidor, en 2010 en una entrevista, que entre sus gustos populares resaltaban la música llanera y el bolero. A Gaitán le fascinaban los encendidos y fogosos joropos llaneros, con letras nutridas de temas sociales, pues muchos de sus seguidores estaban situados en los Llanos Orientales de Colombia.

De los boleros, Gloria alcanzó a recordar que uno de sus preferidos lo cantaban a dúo mientras ella se bañaba y su padre se afeitaba. Era uno que enunciaba: “Muñequita linda, de cabellos de oro, de dientes de perla, labios de rubí”, que no es otro que el afamado bolero-canción Te quiero dijiste, de la distinguida compositora mexicana María Grever. Seguramente también disfrutó otros boleros en boga en los años 40s del siglo pasado: los boleros de Agustín Lara cantados por Pedro Vargas, María Luisa Landín o Toña La Negra, y los temas del otro gran rival y compositor como Gonzalo Curiel, que compuso Vereda Tropical, Un gran amor y Sorpresa.

Quizás gozó de las interpretaciones del recién creado Trío de Los Panchos (1944) que cantaron armónicos: Amorcito corazón, Sin un amor, Rayito de luna y Hasta mañana. Probablemente de los boleros cubanos del Trío Matamoros dejarían sus consecuencias sonoras en el caudillo, por su publicitada presentación en Bogotá en el Teatro Faenza en 1934 por el evento del regreso al país de Jorge Añez. Igual sucedería con el gran Migueíto Valdés, muy de moda en estos tiempos y quien llegó a Colombia con la Orquesta Casino de la Playa en el mismo decenio.

GAITÁN EN SU AMBIENTE

Pero siendo un bogotano raizal seguramente, el adalid Gaitán, el dirigente popular, quien tenía ritmo y melodía en su voz, tuvo la oportunidad de disfrutar de bambucos, pasillos fiesteros y rumbas criollas que no faltaban en la radio, en los piqueteaderos, cafés, y verbenas populares, y campos de tejo tales como: La Gata Golosa, y las creaciones de Milcíades Garavito Jr. y Emilio Sierra: Que vivan los novios, On Tabas, La loca Margarita, Trago a los músicos, y también El Trapiche de Emilio Murillo, o Los Cucaracheros de Jorge Añez.

Es presumible también que su relación con Amparo Jaramillo, dama de prestancia en Medellín, en su prolongado noviazgo de seis años, lo familiarizaran con los bambucos que sonaban en la ciudad industrial, donde se vislumbra en primer lugar la famosa pieza antológica Antioqueñita de Pelón Santamarta y Miguel Agudelo Zuluaga.

TRAGEDIA Y FIESTA

Cuando más de medio país le seguía por todas las regiones, había quedado su figura clavada desde la defensa de los huelguistas de las bananeras, donde además de los centenares que fueron asesinados por la metralla oficial, otros habían sido apresados y condenados a quince años de prisión por ser sindicalistas. Por eso fue una derivación natural que Guillermo Buitrago le compusiera con rebeldía su inconformidad expresada en El Grito Vagabundo, que en su parte decía:

“Yo quiero pegar un grito y no me dejan...”

y ese grito era:

“¡Viva el partido liberal y a la carga con Gaitán!”

Siempre en la historia de Colombia hemos vivido que después de las grandes desgracias nacionales, se pasa rápidamente al disfrute y a la fiesta con una capacidad de asombrosa recuperación para otros espíritus; y fue así como después de la matanza de campesinos o de ciudadanos de las urbes, orquestas de la música costeña atlántica empezaron a conquistar a Bogotá y Gaitán se volvió uno de los más frecuentes simpatizantes de las fiestas que organizaba y animaba en el Hotel Granada, el gerente Pachito Eche (Francisco Echeverri), y allí el caudillo bailaba y se sentaba con los músicos no importándole la desaprobación de los censores elitistas de la capital.

Allí poco a poco Lucho Bermúdez con su orquesta ganó terreno y simpatías cuando interpretaban: Marbella, Borracha, Danza Negra y especialmente Prende la vela, un mapalé con el cual se llegaba a la cumbre de la dicha. Y justamente la campaña de 1946 se adelantó con el porro de Pacho Galán que grabó Lucho Bermúdez con la famosa consigna del caudillo:

“¡A la carga!”

Hay una pieza final inspirada en la hecatombe causada por la conjura de su asesinato, del 9 de abril, que desataron el Bogotazo y Colombianazo, vividos en la nación. El tema se llama El Coge Coge, según lo informó Rosni Portaccio, y donde interviene el genial José María Peñaranda, el mismo de Se va el Caimán.

Retomemos el espíritu esperanzado de Gaitán que siempre pensó que:

“El pueblo era superior a sus dirigentes”

y que algún día podrá realizar sus sueños de pan y libertad, de socialismo democrático, con esa magna obra musical de categoría universal como es La Novena Sinfonía de Ludwig Van Beethoven.

GAITANOGRAFÍA

Gloria Gaitán. Entrevista con Camilo Delgado y César Pagano Villegas. Bogotá, 2010.

Antonio García, GAITÁN. Ediciones Camilo. Abril de 1974. Bogotá.

Luis Darío Peña. GAITÁN ÍNTIMO. Ediciones Iqueima.

Bogotá, 1949.

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