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Los vendedores de fortuna no tienen suerte

Los vendedores de fortuna no tienen suerte

Por la Calle 3 de Ibagué se vende la fortuna. Decenas de vendedores de lotería le ofrecen a los transeúntes la oportunidad de volverse millonarios de la noche a la mañana.

 

El trayecto es simple: las personas vienen caminando por toda la tercera, viendo escaparates llenos de cosas que creen necesitar: ropa más cara de la que llevan puesta, electrodomésticos para cambiar los que ya tienen en la casa, un celular un poco más inteligente del llevan en el bolsillo. Alguien se les acerca y les ofrece poder tener todo eso, y más. Solo hay que hacer un pequeña inversión y adivinar unos cuantos números.

 

Ser millonario de la noche a la mañana es el sueño de todos. Y las opciones siempre están ahí, distantes pero posibles. Hace muchos años había unas cuantas lotería que comprar, casi que una por departamento. Ahora hay más de medio centenar: Lotería de Cundinamarca, Lotería de Boyacá, Lotería de Manizales, Lotería del Quindio, Lotería del Meta, Astro Sol, Astro Luna, Chontico... Hay más loterías que gente ganadora. 

 

La Lotería del Tolima,  patrimonio regional. Hace algunos años el sorteo se hacía en todo el centro de Ibagué. La sede quedaba sobre la 12, y se llenaba más de vendedores que de compradores. Los premios para quienes vendía boletos ganadores se los entregaban ahí mismo. El sorteo se hacía con ruedas, "las ruedas de la fortuna". 

 

Antes los sorteos de cada lotería eran una vez a la semana. Las personas sabían que el lunes jugaba tal lotería e iban solo ese día con sus números de siempre. Ahora las ventas de lotería es tan grande que algunas juegan todos los días, y varias veces al mismo día. El Dorado, una de las más tradicionales, juega de lunes a domingo, en la mañana, en la tarde y en la noche.

 

Con la llegada del chance electrónico vender lotería tradicional es muy difícil. No da ni para vivir siquiera. "Las ventas se sostienen porque en la mayoría de los casos los compradores son sus amigos de uno", dice un vendedor parado en una esquina de la calle 3. Compran un cacho de lotería como apego al pasado, por hacer algo que les traiga vientos de otras épocas.

 

"Antes uno vendía 20, 30, hasta 40 boletos al día. Ahora eso no da para vivir", dice una de las vendedoras que aún se la pasan por el centro de Ibagué, caminando las calles en busca de compradores. Ahora, se quejan varios vendedores, "la gente le cree mucho a los números que dan por la radio y la televisión, la numerología y esas cosas. Llegan a buscar el número que les dijeron y como a veces no lo tenemos se van y lo hacen electrónico. Allá tienen todos los números y ahí perdemos nosotros."

 

Las tradiciones cambian con el tiempo. La gente compraba solo una vez a la semana, con su lotería y sus números de confianza. Irene, una señora del Barrio El Topacio de Ibagué, juega todos los días con más de diez números diferentes: "Yo apuesto 200 o 300 pesos a cada número y así tengo más posibilidades de ganar." 

 

Con la llegada del Baloto se complicó aún más la venta de lotería tradicional. Ninguna otra puede ofrecer un premio tan alto. En los pueblos también se dan mucho las rifas. En lugar de dinero para comprar cosas se ofrecen cosas ya compradas: carretilladas de electrodomésticos, motos y carros es lo que más se ve. El campo laboral se complejiza.

 

En la mayoría de los casos los vendedores de lotería son personas mayores. En ese trabajo ven una salida laboral para las personas de la tercera porque el trabajo es relativamente suave y a su edad lo pueden hacer. Es difícil conseguir otro trabajo porque la edad limita el campo laboral. "No es muy rentable, pero al menos podemos trabajar", dice una vendedora. Aún así cuenta que sacó adelante a toda su familia vendiendo lotería.

 

"Uno se gana 400 pesos por fracción. Para ganarse al meno lo del almuerzo se necesita vender mínimo 6 billeticos para ganarse al menos 5.000 pesitos." La mayoría de las veces esos 5.000 pesitos son la única entrada del día. Y así, no se sabe cómo, muchos de los vendedores de lotería que se parapetan en el centro de Ibagué sacan adelante a sus familias, con la fuerza quieta de sus esperanzas.

 

Como ya no se vende tanta lotería los vendedores deben ofrecer otros servicios al mismo tiempo. Unos tienen cajas de madera para lustrar zapatos, o venden minutos al mismo tiempo. Otros ofrecen algún cachivache pequeño, correas, almanaques... "Hay que hacer de todo para sobrevivir." 

 

Y las historias detrás de los vendedores son muchas. Han escuchado el paso del tiempo mientras esperan compradores. La sensación al verlos es como si estuvieran cansados de esperar, cansados de creer o saber que sucederá que la venta se dará, tarde o temprano. "La esperanza es vender un premio y que el ganador sea agradecido con uno."

 

Cuando vean un vendedor de lotería por la calle traten de apoyarlo. Puede que la fortuna le sonría a quien decide tener esperanza.

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